domingo, 26 de septiembre de 2010

LOS HOMBRES QUE NO AMAN A LAS MUJERES

Comienzo esta nota parodiando el título del bestseller del sueco Stieg Laarson pues me resulta muy útil, ya que viene al caso aunque a primera vista no lo parezca. Advierto esto de entrada, aclarando que sólo me refiero al título de la referida novela, porque voy a comentar un evento ocurrido el pasado mes de junio en la ciudad de Mérida, durante la celebración de la FILU, la feria del libro que anualmente realiza la Universidad de Los Andes. Ya en otro lugar he comentado la presentación de la antología poética de María Auxiliadora Álvarez Las nadas y las noches, a la que tuve la fortuna de asistir. Me referiré en esta oportunidad a las curiosas intervenciones a las que dio lugar la conferencia que la autora ofreció sobre la poesía femenina en Venezuela del siglo XX, precedida por la ajustada presentación del crítico y ensayista Víctor Bravo y seguida por un breve recital ofrecido por la propia poeta.

Digo curiosa porque se trataba de un evento académico, que debió dar lugar a juicios críticos sobre el hecho literario, sobre poesía muy especialmente, lo cual debió ser el centro de la discusión. No digo que esto estuviera ausente, claro que hubo breves alusiones al respecto. Pero lo que me pareció relevante fue la orientación del debate hacia el tema de la feminidad, hacia comentarios sobre las conductas de las mujeres, sobre todo en lo que respecta al amor y a sus relaciones con los hombres. Todo comenzó, según mi frágil memoria, cuando una señora mayor, de honorable aspecto y acento extranjero, bastante conocida y respetada pero desconocida por mí, intervino para decir: “los hombres no aman a las mujeres”. Inmediatamente captó la atención de todas las presentes, había pocos hombres en el público. Recuerdo la consecuente reacción, la mirada y la sonrisa de la amiga poeta Clea Rojas; también Víctor sonreía, pero con cierto azoro, según mi parecer. Los hombres suelen sentirse incómodos y hasta agredidos cuando se dicen cosas similares, vaya usted a saber por qué.

Tal afirmación, tan tajante y lapidaria, me dejó pensando, puesto que de entrada me pareció una generalización injusta, como toda generalización. En seguida me dije para mis adentros: bueno…pero no todos…habrá alguno que si haya llegado a amar de verdad… Más tarde, sin embargo, luego de concienzudas reflexiones sobre el asunto, no tuve más remedio que admitir que la sabia dama tenía toda la razón…Los hombres necesitan a las mujeres, las usan, las desean (sobre todo esto), las exhiben…pero no las aman…Me siento obligada a confesar aquí algo que me sorprendió descubrir en mí misma: esta revelación me llegó sin que me produjera el más mínimo dolor. Y ello me asombra, yo que siempre le he rendido culto al Amor me he quedado como si tal cosa, como si no hubiera padecido todos y cada uno de los verbos destacados arriba en negrita. ¿Será que ya estoy vieja y con ello más allá del bien y del mal? ¡Vaya por Dios! Serán cosas de la Armonía (ver en www.verbadicendi.blogspot.com, la entrada titulada Un encuentro en la FILU, para que se entienda el sentido de esta palabra). No está demás agregar aquí que ya he sido objeto de burlas de uno que otro amigo cuando les comenté lo que he expuesto, pero, en significativo contraste, debo decir también que he encontrado la confirmación de lo dicho hasta por una bella amiga a quien considero muy amada por su pareja. Interesante, ¿no?

No sólo esto se dijo sobre la feminidad, María Auxiliadora, quien vive en Estados Unidos, expresó su opinión sobre la incomprensible complicidad de las mujeres en nuestro país, en particular, y en Latinoamérica, en general, con el hecho de que sólo seamos vistas y valoradas como mujeres-objeto, sólo pendientes de las miradas de los hombres; como si nuestro papel en el mundo sólo fuera el de la seducción, el de despertar y complacer el deseo masculino. De verdad que estoy plenamente de acuerdo con lo dicho por la poeta. Ya lo había apreciado y creo que escrito en algún lugar, ya no hayamos cómo exhibir las prótesis mamarias sin el menor pudor a toda hora y en todo lugar (¿Será que estamos subconscientemente seguras de que a través del deseo es la única manera de “atraparlos”?). Después nos quejamos de que nos traten como a pedazos de carne; o de que nos tengamos que aguantar que los hombres digan de otras mujeres delante de nosotras, sin el menor respeto, cosas como “Qué buena está”, “está podrida de buena”, “está que se explota de buena” “esa es una enfermedad”. Sobre todo si el que lo dice es feo, gordo y limpio (de bolsillo, digo). Otra observación de la Álvarez, con respecto a la manera en que amamos las mujeres, es que nosotras nos “desapropiamos” de nosotras mismas, el hombre no. La mujer se entrega y se pliega, él no. El hombre conserva sus inclinaciones, hábitos y costumbres, no renuncia a nada o a casi nada.

Bueno… ¿y qué tendrá que ver todo esto con la poesía? Me preguntaba, ¿por qué tales temas en un evento sobre poesía femenina? En el breve prólogo que antecede a Las nadas y las noches, quizá haya una respuesta. En el mismo, Julio Ortega afirma lo siguiente: “Supongo que ya nadie cree en una poesía femenina, pero confío en que todos esperemos de las poetas y escritoras noticias de su exploración de lo femenino”. Luego de esta negación de la existencia de una escritura femenina, Ortega pasa a citar a autores como Derrida, Luce Irigaray y Nelly Richard que han teorizado sobre la diferencia de la mujer, sobre la crítica del lenguaje que “perpetúa roles jerarquizados”, etc. Entonces, ¿no se está hablando de una postura de las mujeres que se refleja en su escritura? ¿De una escritura femenina? ¿No es paradójico negarla para luego resaltar las diferencias que se dan en el uso del lenguaje y en la visión de mundo que se ofrece desde una pluma de mujer? Tales paradojas suelen aparecer en la crítica constantemente, no sé por qué, incluso de boca de las mismas escritoras. De modo que he aquí la posible explicación del debate al que he hecho referencia, la escritura de María Auxiliadora Álvarez da cuenta de su exploración de lo femenino y en ese sentido es una poesía femenina. Y para apoyar aún más esta afirmación, recuerdo que en un congreso realizado en Colombia un destacado profesor me dijo que la poesía de Enriqueta Arvelo Larriva sólo podía ser leída en voz alta por una mujer. ¿Y entonces? ¿Existe o no la poesía femenina?

Y para cerrar, un poema de amor (si de entrega y desapropiaciones hablamos…):

EL SONIDO DE EXISTIR

di tu nombre suavemente sobre el mío

y repítelo

cada noche

antes de cada canción

del sueño

de modo que mi nombre se vaya borrando

bajo el tuyo

y tu voz sea

el único

sonido de existir

María Auxiliadora Álvarez (2009). Las nadas y las noches. Barcelona: Candaya.

sábado, 4 de septiembre de 2010

LAPIDACIÓN EN IRÁN


El pasado mes de agosto fui entrevistada por internet por la joven periodista Yulliam Moncada, del diario Los Andes de San Cristóbal. Se me pedía una opinión sobre el caso de Sakined Mohammadi Ashtiani , la dama iraní presa desde el 2005 por haber cometido infidelidad, condenada además a la lapidación pública por el mismo “delito”. Esta fue mi respuesta, publicada en dicho diario el 12 del mencionado mes, en el contexto del necesario reportaje escrito por Yulliam:
No hay duda de que hay una conmoción en el mundo entero ante tal aberración que para mi tiene una doble dimensión, pues no sólo se trata de un futuro acto contra los derechos humanos, sino muy específicamente contra los derechos de la mujeres. Me parece que hoy más que nunca las luchas feministas tienen vigencia, el feminismo entendido como un abogar porque las disimetrías de género desaparezcan de la sociedad y no como odio contra los hombres. Es una lástima que se haya estigmatizado tanto un movimiento que ha logrado muchos avances a favor de las mujeres, y que por posiciones extremistas adoptadas a veces por sus militantes, se crea que ser feminista es ser resentida, fea, hombruna o lesbiana. Pensaba en el caso de la infortunada Sakined Mohammadi Ashtiani y recordaba que hace dos mil años un gran hombre defendió a una mujer que iba ser lapidada con aquella frase inmortal: "quien esté libre de culpa que lance la primera piedra". Sí, Jesucristo era feminista, pienso en su favoritismo por María Magdalena.
Un caso como este merece el llamado de atención que el mundo le está haciendo a Irán, ojalá que este país, tanto sus gobernantes como su población en pleno, se dé cuenta que con este gesto, con la vigencia de unas costumbres y unas leyes anacrónicas y salvajes, no están sino demostrando un tremendo atraso en todo los órdenes, tanto civiles como institucionales.
Venezuela tiene buenas relaciones con Irán, su gobierno ha demostrado una posición de avanzada frente al problema social, civil y penal de las mujeres como lo demuestran las reformas del Código Civil, la promulgación de leyes contra la violencia de género, con la creación de ministerios y con una notable representación femenina en puestos de poder. Ello porque, a pesar de los logros alcanzados a favor de la liberación de las mujeres y del disfrute de los derechos que les corresponden, falta mucho por hacer, prueba de ello son, para citar sólo dos ejemplos, los bajos salarios que muchas mujeres devengan en contraposición a los recibidos por los hombres o el constante acoso sexual o maltrato, incluso muertes, que se suceden a diario en contra de las mujeres por parte de los hombres de su entorno. Por ello me pregunto, ¿se ha pronunciado el gobierno sobre la lapidación en Irán? ¿Hay algún comunicado o llamado de atención por parte del presidente o de la Asamblea Nacional, presidida por una mujer, por cierto, con respecto al tema?. ¿Intercedará Chavéz a favor de Sakined Mohammadi Ashtiani? Si ya lo hizo y no me he enterado: ¡Salud presidente! Si no lo han hecho, ¿qué están esperando?
Al día siguiente de haber escrito esto me enteré por TV que el presidente Lula da Silva le había ofrecido asilo a la bella y joven Sakined, tengo entendido que sólo cuenta con 42 años y que es madre de dos hijos. Tremendo gesto, digno de emulación, sigo sin enterarme si nuestro gobierno, tan declarativo en tantas otras circunstancias, ha hecho algo al respecto. Pido, por favor, al que tenga noticias sobre esto me las haga llegar para salir del asombro en el que me tiene sumergida tan culpable silencio, sobre todo el de las mujeres del poder en este país.

(Fátima Mernissi)


De lo que sí estoy al tanto es de que la lapidación fue suspendida hasta nuevo aviso gracias a la gran presión internacional que ha generado tan escandaloso caso, y a la labor, entre otras, de Amnistía Internacional, que ha recogido firmas por internet (ya firmé desde luego) para solicitar la suspensión de semejante barbarie. Lo último que supe fue que la primera dama de Francia, Carla Bruni, fue tildada de prostituta por un diario iraní, por haberse pronunciado a favor de Sakined, ¡Vaya por Dios!... y también por Alá! Reflexionando sobre este tema recordaba a Fátima Mernissi, la catedrática marroquí experta en estudios coránicos y tenaz defensora de los derechos de la mujer, autora, además, de un delicioso libro autobiográfico, Sueños en el umbral, Memorias de una niña del harém (1994), donde evoca su infancia en Fez. Mernissi, premio Príncipe de Asturias de las Letras, 2003, ha escrito y declarado innumerables veces que el profeta Mohammad era feminista y muy progresista para su época, que el Corán para nada discrimina a la mujer con sus preceptos, que son las lecturas del poder patriarcal que tuercen el sentido del libro sagrado para justificar su sojuzgamiento y dominación, lo mismo que ha hecho por siglos el poder eclesial católico, qué casualidad, ¿no? En estas tergiversaciones de las escrituras se basa la discriminación que sufren las mujeres en los países de religión musulmana.


Si bien es cierto que también los hombres son condenados a sufrir lapidación, la mayoría de las víctimas son mujeres. Consultando un poco sobre el tema me entero de que actualmente hay ocho mujeres y tres hombres sentenciados a ser ejecutados por tan cruel método.
Irán tiene uno de los índices de ejecución más altos del mundo. En 2009 fueron ejecutadas más de 388 personas, catorce de ellas públicamente y al menos una mediante lapidación. Cinco de estas personas ejecutadas lo fueron por delitos cometidos cuando tenían menos de dieciocho años. Ocho mujeres y tres hombres siguen actualmente en riesgo de ser lapidadas en cualquier momento, y más de 135 jóvenes podrían ser ejecutados por delitos supuestamente cometidos siendo menores de edad. Desde 2002, al menos seis personas han muerto lapidadas en Irán bajo la acusación de haber cometido adulterio.
El acoso a Sakined no se ha detenido, las informaciones sobre su caso revelan que el 11 de agosto pasado se le hizo confesar ante las cámaras de televisión que había colaborado con la muerte de su marido, se presume que lo hizo bajo tortura. Otro exabrupto es la persecución de la que ha sido víctima su abogado defensor, Mohammad Mostafaei, quien se ha visto obligado a huir del país. Ante tal situación el llamado de Amnistía Internacional a la comunidad mundial y a los grupos que luchan en defensa de los derechos humanos, es el de estar atentos y en solidaridad con esta causa, porque la condena a Sakined ha sido tan sólo suspendida para su revisión, la Magistratura iraní no ha anulado la sentencia, por lo que podría ser ejecutada en cualquier momento o su condena conmutada por 99 latigazos, ¡casi nada!

CAROLINA HERRERA, SEÑORA DE LA MODA


Parece que no hay nada que enaltezca más el gentilicio de un país, llenando de orgullo a sus habitantes, que el hecho de que una de sus compatriotas obtenga reconocimiento internacional por haberse destacado en algún campo de la ciencia o el arte. Prueba de ello es la vanidad de los españoles por el éxito de Penélope Cruz en el cine estadounidense o la de los australianos por el demostrado talento de Cate Blanchett, para sólo referirnos al mérito de dos féminas entre muchas otras.

También dice la conseja popular que nadie es profeta en su tierra, lo cual suele comprobarse, lamentablemente, con bastante frecuencia. Sin embargo, ese no es el caso de Carolina Herrera, la reconocida diseñadora de moda venezolana, cuyos modelos exclusivos son llevados en la actualidad con distinción por damas notables de buena parte del mundo, entre las cuales podríamos mencionar, como curiosidad, a la famosa muñeca Barbie.

María Carolina Josefina Pacanins y Niño, más conocida como Carolina Herrera por su matrimonio, en segundas nupcias, con el aristócrata Reinaldo Herrera, lo que la convirtió en Marquesa de Torre y Casa, nació en Caracas bajo el signo de capricornio, un 08 de enero de 1939. De manera que son los 61 años más glamorosos que se hayan visto en mujer alguna.

Establecida en Nueva York desde el año 81, en Madison Avenue, ha desarrollado un imperio que no sólo se limita al vestuario femenino sino también a perfumería para damas y caballeros, con numerosas boutiques distribuidas por medio mundo, incluidas importantes ciudades latinoamericanas como Bogotá, Buenos Aires, Río de Janeiro, São Paulo y Caracas.

Su primer perfume, Carolina Herrera, salió al mercado en 1988, una mezcla de esencias de nardo y jazmín. A partir de esa fecha ha continuado renovando anualmente su línea. Entre sus fragancias se cuentan 212, Sexy, Chic, hasta su último perfume 212 Sexy For Men, lanzamiento del 2009; todo esto como filial estadounidense del grupo español Puig.

Su trayectoria ha sido premiada en más de trece ocasiones entre las cuales vale la pena mencionar el “Premio a una década de Creación Artística” (1991), concedido por la Asociación de Diseñadores Hispanos de Estados Unidos; la Medalla de Oro del Spanish Institute de New York (1997) y el “Diseñadora Internacional del Año 1999”, otorgado por la Revista Telva de España.

Madre de cuatro hijas y abuela de cinco nietos, su presencia es distinguida con el apelativo de “Señora” doquiera que se encuentre, ya sea en su empresa o detrás de bastidores, mientras controla todo lo que ocurre en los exitosos desfiles de presentación de sus diseños. Es este último el lugar que prefiere, de entre cualquier otro, y el que disfruta con mayor intensidad, según ha manifestado en repetidas ocasiones.

Si alguna mujer puede declarar con propiedad que la vida comienza a los cuarenta, sobre todo ahora que las cuarentonas parecen estar de moda, esa es Carolina Herrera. Aunque su inclinación hacia el diseño se le reveló tempranamente, cuando su abuela la llevó a un desfile de Cristóbal Balenciaga y tan sólo contaba con trece años, fue a partir de su cuarta década cuando le dio rienda suelta a su creatividad. Así, hilvanando, como cuentas de uno de los collares de perlas que suele lucir, talento, laboriosidad, una voluntad de hierro y gran dosis de suerte, se hizo de un nombre y edificó ese imperio black and white salpicado de lunares que distinguen el sello CH en el mundo.

Se trata de una combinación de mujer de negocios exitosa con esposa y madre de familia. De su pasado de dueña de casa convencional, centrada en sus hijas, su marido y su gusto por los caballos y los perros, todavía perviven el que no le sea posible entender sobre los asuntos financieros de sus empresas, dado que según la educación recibida en su niñez y juventud, hablar de dinero era considerado de mal gusto. Esto lo lamenta sobremanera puesto que hoy toda mujer debe saber de números, según su parecer. Igualmente, considera que su marido es un hombre muy inteligente y que siempre ha estado encantado con su trabajo, apoyándola en todo, pero de no haber sido así, confiesa que nunca lo hubiese emprendido.

Cuando se le preguntó cuál ha sido su aporte a la moda, en una entrevista concedida antes de presentar en Buenos Aires una de sus fragancias, contestó: “Ayudo a que las mujeres se sientan más chic y bonitas”. “Todo para el ojo. Nada para el intelecto”, podría ser su lema. “La moda no es para la cabeza y es esencialmente frívola… tiene algo de escapismo”. Sobre este tema de los valores y las ideas habría que apuntar su postura ante las críticas recibidas por parte de los grupos que defienden los derechos de los animales, debido a que suele utilizar pieles auténticas en sus creaciones. A estos ha respondido con estudiada inocencia: “hay que protegerse del frío”.

Su buen gusto proviene quizá de su cuidada educación y de su pasión por el arte. Retratada nada más y nada menos que por Andy Wharhol, Carolina confiesa que muchas de sus ideas provienen de imágenes que quedan titilando en su memoria luego de contemplar las propuestas de fotógrafos o pintores importantes. Ese estilo clásico con toques modernos que distingue a sus modelos evoca, en algunas de sus colecciones, a grandes obras artísticas que cobran vida a lo largo de la pasarela en el cuerpo de las maniquíes. Tal es el caso de la preciosa colección para novias 2010 en la cual la diseñadora hace una interpretación de las pinturas de Matisse, Klimt, Velásquez, Goya, Boticelli, Van Gogh, Monet, Manet, Lempika y Boldini. Son trajes de corte barroco que recuerdan a las damas de los siglos XVI y XIX, en los que destacan las faldas abullonadas, las capas de tul, el corte sirena, los pequeños detalles como flores bordadas a lo largo del cuerpo, en los escotes y caderas, así como fruncidos, encajes y lunares, logrando con ello una composición notablemente romántica. Muy originales como propuesta son los velos negros, para subrayar el dramatismo de pintores como Goya, o los sombreritos de paja que conceden a los trajes el toque primaveral y colorista del impresionismo. Todo un derroche de lujo, glamour y sofisticación.

Aunque, como ya hemos dicho, su producción más amplia se centra en el vestuario femenino y en la perfumería, son otros los ámbitos afines en los que también incursiona. Esto lo demuestran sus personales diseños de moda masculina, bolsos, zapatos, marroquinería, joyas y demás complementos. Su producción más reciente la constituye la moda para niños, lo que demuestra su incansable búsqueda de nuevos espacios en los que participar y ofrecer un aporte siempre único. Se trata de ámbitos que le permiten canalizar esa energía creativa que la posee, así como la nunca satisfecha vocación por el diseño y la alta costura.

Para concluir ofrecemos algunos tips CH como recomendaciones para la mujer chic:

●Vestirse de acuerdo al almanaque, hay que aprender a cambiar de edad, no se puede vestir a los 30 como a los 15.

●Crear un estilo, una actitud, sin que sea necesario gastar mucho dinero, sentirse cómoda con la ropa, llamar la atención más con la personalidad que con lo que se lleva puesto.

● Analizar y probarse mucho antes de comprar, no ceder ante la tentación ni vestirse sin pensar.

●Conservar la feminidad ante todo, la elegancia abre muchas puertas.

●Tener un espejo de cuerpo entero en la casa y uno de aumento para maquillarse. No hay que creer en lo que los otros nos dicen.

● No estar con la misma ropa de la mañana a la noche. Ser femenina, lavarse la cara, maquillarse y vestir según la ocasión: pueden usarse jeans para el día, trajes de coctel para las tardes o de noche para las ocasiones especiales.

●Lo que no puede faltar en un guardarropa: una falda, un buen par de pantalones y muchas blusas blancas de algodón.

●El secreto de la belleza: la salud, comer correctamente, pero sin sacrificios exagerados, se puede comer de todo, pero no todos los días.

●Un accesorio indispensable: el perfume, ayuda a crear un estilo, una personalidad.

●Lo más importante: el amor.

Letizia Ortiz: El principe azul sí existe


Suele suceder con bastante frecuencia que al hablar de novios, amores, amantes y afines, nunca falta quien doctamente afirme que “los príncipes azules no existen” y que por lo tanto hay que conformarse con el poco agraciado sujeto que nos tocó en suerte. No hace mucho que proferí la mentada afirmación en una reunión con un grupo de amigas, con la variante de que en esa oportunidad tuve que recoger mis palabras cuando desde el fondo de la habitación en la que nos hallábamos emergió la vocecita de una de ellas: “dícelo a Letizia”…
No hay duda de que en el caso de la princesa española es muy difícil no creer en la predestinación. Nacida en Oviedo en 1972, en el seno de una familia de clase media, quien se hubiera atrevido ni siquiera a pensar que el 22 de mayo del 2004, se convertiría en princesa de Asturias, de su provincia natal, nada menos. Su condición de plebeya y además divorciada bien pudieron ser obstáculo insalvable para que su historia de amor con el príncipe Felipe no tuviera futuro, pero… cuando los dioses disponen, todo es posible.
Ya el príncipe lo había dicho a la prensa en varias oportunidades: “Solo me casaré por amor, con una persona que reúna, a la vez, las condiciones para ser Reina de España”. Y la elegida no era otra: Letizia Ortiz Rocasolano, quien comentará el día de noviembre de 2003, cuando se anunció su compromiso con el futuro rey: “Entiendo la sorpresa que ha causado esta decisión a casi todos, pero es una decisión madura, fruto de reflexiones my intensas y, sobre todo, con el peso y la solidez del profundo amor que nos tenemos y del proyecto común que iniciamos”. ¡Caray, cómo no dejar escapar un suspiro!...
Cuentan las crónicas sociales de su país que su matrimonio despertó una suerte de Letiziamanía que perdura en la actualidad, pues cada vez que aparece en público con el charm que la caracteriza, encarnado en una estilizada figura, trajeada en exquisitos modelos en tonos pastel, casi siempre, y desplazándose sobre sugestivos tacones de 7 centímetros, no hay quien no se sienta subyugado por su grácil presencia; encantamiento que cada vez es mayor cuando la acompañan las infantas Leonor y Sofía, verdaderas damitas de cuentos de hadas. Su imagen maternal le agrega un plus a su personalidad polifacética. No puedo dejar de preguntarme cómo de las arregla para parecer una modelo de pasarela, un personaje famoso, a la vez que una fiel esposa y afectuosa nuera, así como una madre buena y abnegada, roles que parecen excluirse.
Sin embargo no quiero dar a entender que su destino es sólo producto de la suerte o de su apariencia física: la inteligencia de Letizia salta a la vista, su profesión de periodista, de profesional comprometida con su trabajo, de aventajada estudiante, según el testimonio de amigos, profesores y familiares, así como su carácter enérgico, tenaz y decidido, son parte de las cualidades, quizás las más resaltantes, que la han llevado a tan notorio lugar en el mundo.
Tuve la oportunidad de ver a los príncipes de Asturias en persona cuando asistí al XV Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas, puesto que ellos presidieron la ceremonia inaugural del evento celebrado en julio de 2004 en el Tecnológico de Monterrey, México. No pude dejar de apreciar la atención con la que ambos seguían los discursos de los académicos, me sorprendió que Letizia no dejara de tomar notas sobre lo que oía, revelando con ello un “vicio” profesional que no la ha abandonado a pesar de que sus compromisos de hoy sean otros. Tampoco se puede dejar de comentar la “sensación” que causó por su belleza y elegancia, vuelven a contar las crónicas que su paso despertaba gran admiración en el público quien no se cansó de gritarle: “¡Guapa, guapa!”, cuando no aplaudían al paso de la pareja real.
Esa visita a México, recién casada, fue muy importante para la princesa ya que le permitió renovar lazos con el país azteca. Su interés por Latinoamérica y su gente la llevó a México, una vez graduada de periodista en la Universidad Complutense de Madrid, para realizar el último curso de la Maestría de Comunicación Social, lo que le permitió hacer prácticas en Guadalajara en el periódico Siglo XXI, escribiendo para Tentaciones, un suplemento cultural y de ocio, donde Letizia colaboró haciendo crónicas sobre la vida nocturna, la dinámica de la calle y sobre libros y escritores, dada su afición por la lectura.
Luego de esa pasantía que fue breve, sólo nueve meses, pero muy provechosa, siguió una carrera ascendente en la televisión lo que reveló sus ambiciones profesionales: primero trabajó para la cadena norteamericana Bloomberg TV, canal especializado en economía, finanzas y mercado con sede en España y bajo la supervisión de la agencia EFE Televisión. Más tarde se incorporó al equipo de CNN plus donde fue redactora y reportera. En el año 2000 se incorporó a la Televisión Española, al equipo del Telediario y del Informe Semanal, actividades que la hicieron merecedora del premio “Larra”, otorgado por la Asociación de la Prensa de Madrid al periodista menor de treinta años más distinguido ese mismo año.
Ante tan destacadas actuaciones no es posible dejar de preguntarse si en su nuevo rol de esposa y futura reina, no echa de menos sus actividades e intereses profesionales. Quizá resulte interesante atender un poco a las opiniones emitidas por su colega y amigo, Fran Ruiz, español que compartió con ella lo que la prensa de su país llama su “aventura americana”: “Apuesto a lo que sea a que el futuro de la monarquía va a ser interesante con la aportación de Letizia, porque no aceptará una vida pasiva, porque no forma parte de su personalidad periodística. La futura monarquía de Felipe VI va a dar que hablar con Letizia en ella. Es una mujer moderna, de mundo, eso le da una visión muy amplia”. Asumo las predicciones de Ruiz, aires renovadores le esperan felizmente a la monarquía de España, donde el papel de las mujeres será más relevante, recordemos la discusión que actualmente se ventila en ese país sobre la posibilidad de derogar la ley sálica que prohíbe reinar a las mujeres, a propósito del nacimiento de la infanta Leonor.
Sin embargo, no todo es color de rosa en la vida de la realeza, así como sus integrantes son objeto de admiración y pleitesía, también lo son de la curiosidad y la maledicencia, dicen ciertas crónicas que Letizia no se lleva bien con sus cuñadas, la Infantas Elena y Cristina, quienes supuestamente la detestan celosas por el cariño y favoritismo que le dispensa la reina Sofía. Esto sin contar los ataques que se le han dispensado sobre todo por el dibujo que el pintor cubano Waldo Saavedra le hizo en México, donde aparecía con el torso desnudo y que ilustró el álbum Sueños líquidos, del grupo Maná.
Por mi parte fui testigo en Monterrey de una discreta manifestación de rechazo de un grupo que protestaba con carteles frente al museo de Arte Contemporáneo de esa ciudad, donde se celebraba la fiesta de bienvenida a los participantes en el congreso al que ya hice referencia. Los carteles protestaban contra Repsol y la “segunda conquista de América”. Haya razón en ello o no, me fue imposible sustraerme al gesto rebelde y me cuestioné sobre de qué lado debería estar yo, una plebeya habitante de la Sudamérica oprimida. La verdad es que no sé por qué en este caso (y sólo en este) seré tan monárquica que me pondré del lado de Letizia. Sólo puedo argumentar en mi defensa con las cínicas frases que el malvado vizconde de Valmont se excusa por su desamor ante la Presidenta de Tourvel, en la famosa novela epistolar francesa del siglo XVIII, Las relaciones peligrosas: “Lo siento, no es mi culpa. No lo puedo remediar”. A sus pies Alteza…