domingo, 22 de agosto de 2010

JANIS J0PLIN CUARENTA AÑOS DESPUÉS

La conmemoración de los cuarenta años de la desaparición física de Janis Joplin trae a mi memoria una visita a Nueva York en julio del 2001, dos meses antes de la caída de las Torres Gemelas. En esa oportunidad subí durante la noche al Empire State Building, después de haber hecho una cola de una hora aproximadamente. El espectáculo es excitante, la vista nocturna de la ciudad inolvidable: las luces, los sonidos, la agitada vida de la ciudad. Valió la pena, pero me dije a mi misma: en el próximo viaje subo a las Torres Gemelas. Así fue como aprendí mi lección: “no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”.

Visité Nueva York, como ya dije, y, merodeando por la ciudad, decidí tomar el bus turístico que da vueltas por Manhattan. Mientras atravesábamos el Greenwich Village, vi de pronto en la marquesina de un teatro: LOVE JANIS, el espectáculo que anunciaban en la guía turística hojeada con distracción en mi hotel. Inmediatamente me bajé del bus y compré mi entrada.

Se trataba de un show basado en el libro del mismo nombre que sobre la vida de Janis escribió su hermana menor, así como también en las 25 cartas que ella dirigió a su familia y en varias entrevistas concedidas por la cantante a la prensa. El mismo trata de revelar a la mujer detrás de la música. Randal Myler, el autor de la obra, nos habla de su humor, de su curiosidad e inteligencia, así como de su tumultuosa adolescencia. Desde las palabras el show se introduce dentro de la música, puesto que esta es el mayor legado de la Joplin, su poderosa red-hot music, su estilo “full tilt boogie”, como ella lo llamaba.

El espectáculo tenía dos artistas, una cantante que interpretó las canciones más famosas de Janis Joplin y una actriz que, entre bastidores, hablaba con gran honestidad sobre sus preocupaciones, sus alegrías y su visión del mundo en el que vivía. De este modo, se logró capturar el alma de la cantante combinada con su música a través de sus propias palabras. Randy Myler creció en San Francisco, era un adolescente durante la era psicodélica, por ello tuvo la oportunidad de ver las presentaciones de Janis numerosas veces, gracias a ello su show logra introducirnos con acierto en el espíritu de los 60.

Janis Joplin fue una extraordinaria cantante de blues cuyo estilo de vida fue tan famoso como su emotivo estilo de cantar. Fue conocida como la Reina del Rock and Roll así como la Primera Cantante Blanca de Blues. Ella representó la tumultuosa rebelión social de los 60`s. Nació en 1943 dentro de una conservadora y religiosa familia de clase media, en el pequeño pueblo de Port Arthur, Texas. Su madre la estimuló a seguir los caminos del arte, ya que fue cantante en el coro de su colegio; igualmente su filosófico padre desafió su curiosidad intelectual, ambos querían que ella fuera maestra. Tuvo dos hermanos, Michael y Laura, pero sus padres siempre sintieron que Janis necesitaba mayor atención que sus otros hijos. Su madre decía que ella se sentía infeliz e insatisfecha si no recibía extremada atención. Su personalidad era dual, fuertemente hedonista a la vez que victimista y sufrida.

Mientras estudiaba en el Thomas Jefferson High School, comenzó cantando blues y música folklórica con sus amigos, pero sus compañeros de clase la rechazaban y se burlaban de ella por su rebeldía; se había pintado el pelo de naranja y defendía la causa de los negros. Su admiración por cantantes afroamericanas, como Bessie Smith y Leadbelly influyó en su decisión de convertirse en cantante. Luego de su graduación en la escuela media dedicó cinco años a la búsqueda de su lugar en el mundo, por ello se entregó a la vida artística Beat en escenarios de Texas, Chicago y California; sólo para retornar a su hogar con el fin de recuperarse de lo que ella llamó “los malos tiempos”, puesto que se había convertido en una adicta a la heroína. Fueron unos tiempos de sexo, drogas duras y rock and roll.

En el verano de 1966 la oportunidad se presentó por sí sola, ya que Janis fue invitada a cantar con una prometedora banda de rock en San Francisco: The Big Brother and Holding Company. En el próximo verano grabaron un sencillo con el hit interpretado en el famoso Festival Pop Internacional de Monterrey, donde también actuaron Jimi Hendrix, The Who, The Mamas and The Papas, Otis Redding y Jefferson Air Plane, entre otros. Gracias al manager Albert Grossman, la banda pronto firmó con Columbia Records y comenzó una exitosa gira por la Costa Este de los Estados Unidos. Su álbum Cheap Thrills figuró durante ocho semanas como el número uno en la cartelera de éxitos. Sin embargo, la droga definía la escena en San Francisco y su constante tentación la preocupaba mucho.

En 1968 Janis deja a Big Brother para formar una nueva banda, The Kosmic Blues Band, cuyos sonidos eran más próximos a su primer estilo que el frenético rock de Big Brother. Juntos hacen una gira por Europa y lanzan el album I Got Dem Ol’Kosmic Blues Again Mama! La nueva música fue un gran éxito económico y la banda fue acogida con entusiasmo en Europa. Sin embargo, en Estados Unidos las críticas fueron diversas, algunas negativas, debido quizá al resentimiento que se le guardaba por haber abandonado a Big Brother. Joplin se sintió herida por ello y retornó a sus “malos tiempos”, a su trato con las drogas duras.

En agosto de 1969, Janis actúa en el legendario festival de Woodstoctk, pero no fue una buena experiencia para ella puesto que luego de diez horas de su llegada al festival, se inyectó heroína, se excedió con el alcohol y pateó el escenario. Por ello su actuación no fue incluida en el conocido documental que lleva el nombre del festival, aunque veinticinco años después, en unos cortos de directores de Woodstock se incluyó su pieza Work Me, Lord.

En febrero de 1970 Janis viajó a Brasil, había detenido el uso de drogas y el alcohol ya que vivía una relación amorosa con un maestro americano llamado David Niehaus, quien estaba realizando un viaje alrededor del mundo. Fueron fotografiados en el Carnaval de Río, felices, como una sana y joven pareja que vive un gran momento. Pero, cuando regresaron a Estados Unidos, Janis cae de nuevo en la heroína y su romance llega a su fin por el uso de las drogas, por su relación con Peggy Caserta y porque se rehusó a hacer un alto en su trabajo para acompañar a David en su viaje por el mundo.

Por este tiempo, Janis forma su tercer grupo, The Full Tilt Boogie Band, con el que desarrolla un magnífico sonido. La gira con este grupo fue muy bien recibida en todas partes, por lo que ella se sintió reivindicada, triunfante y feliz. Su último álbum, Pearl, lanzado póstumamente en 1971 fue el más vendido de su carrera, su mayor hit, Me and Bobby McGee, de Kris Kristofferson, fue el número uno durante algún tiempo. Janis y Kristofferson fueron amantes no por mucho tiempo antes de que ella muriera. En el 2003, Pearl obtuvo el lugar 122 en la lista del Rolling Stone Magazine entre los 500 mejores álbumes de todos los tiempos.

La última grabación de la Joplin fue Mercedes Benz y una salutación de cumpleaños para Jhon Lennon, Happy Trails, compuesta por Dale Evans. Pero el cumpleaños de Jhon fue el 9 de octubre, de modo que cuando el regalo llegó a su casa Janis había muerto.

Janis Joplin murió el 4 de octubre de 1970, pocos días antes de que Pearl se hubiera terminado, tenía 27 años de edad. Fue encontrada en el piso del Landmark Motor Hotel por el manager de la banda, Jhon Cooke. La causa oficial de la muerte fue sobredosis de heroína posiblemente combinada con los efectos del alcohol. Cooke cree que la muerte fue accidental por el uso de una dosis de heroína demasiado potente. Fue cremada en The Pierce Brothers Westwood Village Mortuory, en Los Angeles. Sus cenizas fueron esparcidas desde un avión en el Océano Pacífico y a lo largo de Stinson Beach.

Décadas después de su muerte, la popularidad de Janis Joplin sigue vigente. Ella fue una pionera en medio de la masculina escena del rock de finales de los 60s, influenciando a los músicos que la sucedieron. Perteneció al selecto grupo de figuras pop que destacaron tanto por sí mismos como por su música. Entre los cantantes de rock americanos, ella ocupa el segundo lugar en importancia, sólo detrás de Bob Dylan. Fue todo un mito de su generación, su metáfora favorita “singing as fucking and fucking as liberation” revela el carácter de la vida hippie. No hay duda de que fue el símbolo femenino de la contracultura.

También fue pionera al favorecer la consideración del tatuaje corporal como un arte dentro de la cultura popular, ya que lucía un pequeño corazón en su seno izquierdo. En 1979 la película The Rose se basó libremente en la vida de Janis. Su protagonista, Bette Midler fue nominada por la Academia de Cine Norteamericana como mejor actriz. En 1995 se la introdujo en el Rock and Roll Hall Fame. Efectos personales suyos, como collares y bufandas, son exhibidos en el Museo correspondiente, así como su curioso Porsche 356 Cabriolet, pintado con diseños psicodélicos.

Sólo me resta comentar que cuando salí del teatro, regresé a mi hotel a través de Madison Avenue, flotando en medio de la oscuridad de la noche, con Janis Joplin en mi mente y su música en el corazón.

LA IMPORTANCIA DE LOS GRUPOS DE APOYO: MUJERES INTERESANTES

En Estado Unidos, la Universidad de California ha realizado un importante estudio del que se desprende la opinión de que las relaciones entre las mujeres son especiales y que la organización de grupos de apoyo les depara diversos beneficios a sus participantes: calman su mundo interior, llenan los vacíos emocionales experimentados en el matrimonio, contrarrestan el estrés, entre muchas otras ventajas.

Otro estudio de la Escuela de Medicina de Harvard, sobre la salud de las enfermeras, demostró que mientras más amigas se tienen mayores son las posibilidades de una vida gozosa y de sobrellevar los rigores del envejecimiento, incluso se evidenció que el no tener amistades con quienes compartir los avatares de la existencia es tan dañino para la salud como el tabaco o el sobrepeso. A pesar de ello, las mujeres no suelen dedicarle tiempo a cultivar la amistad con sus compañeras de sexo. El trabajo, la casa, los niños y el marido, poco espacio les dejan para ese “entre nosotras” tan necesario para el equilibrio emocional y la plena realización personal.

Esto ya lo ha señalado la investigadora Ruthellen Josselson, coautora del libro Best Friends: The Pleasures and Perils of Girl and Women’s Friendships (Mejores amigas: placeres y peligros de las amistades entre niñas y mujeres): “Cuando estamos demasiado ocupadas con el trabajo y la familia, lo primero que hacemos es descuidar las amistades con otras mujeres. Las empujamos a la hornilla trasera. Ése es un verdadero error, dado que las mujeres somos una fuente tan grande de fortaleza unas a otras. Nos nutrimos mutuamente. Y necesitamos tener espacio sin presiones en el que pueda darse la clase de charla que tenemos cuando estamos con otras mujeres. Es una experiencia sanadora (Gale Berkowitz http:/www.mujeresdeempresa.com).

Una razón que puede explicar tal descuido, aparte de la abnegación de algunas mujeres acostumbradas a dar, pero no a reclamar lo que les corresponde, puede ser que muchas de nosotras no solemos detenernos a sopesar hasta qué punto nuestra subjetividad se ve tantas veces arrinconada en medio de una sociedad androcéntrica, donde los valores atribuidos tradicionalmente a la feminidad son considerados como de segundo orden frente a lo que se considera importante, trascendente y productivo, siempre relacionado con lo viril.

Concientes de todo esto, un grupo de mujeres de la Universidad de los Andes, Táchira, de manera espontánea y festiva, hemos formado un grupo, Mujeres interesantes, que ya cumplió siete años de celebrar sus encuentros periódicos. Coincidencialmente hicimos la primera reunión el día de las brujas, no para celebrar una fiesta foránea, el día de Hallowen, que parece haberse impuesto en nuestro medio, sino para desagraviar la figura de la bruja, una de las personificaciones con la que la sociedad patriarcal y la tradición judeocristiana ha demonizado a la mujer, a ésa que en la antigüedad administraba saberes medicinales y que como se trataba de mujeres “fuera de orden” fueron condenadas a la hoguera.

De modo que en nuestras reuniones festejamos cumpleaños, compartimos lecturas, saberes, inquietudes, temores, sueños, éxitos y fracasos, en medio de una celebración de nuestra feminidad de la que nos enorgullecemos cada vez más, al sentirnos aceptadas, celebradas y queridas por nuestras compañeras de grupo. Luego de cada encuentro, quedamos satisfechas y nos retiramos a nuestras casas, felices, guardando como grandes tesoros los pequeños obsequios —materiales o espirituales— que nos damos, conscientes y hasta un poco sorprendidas por haber logrado lo que algunos grupos feministas han recomendado para las mujeres: la creación de verdaderas hermandades femeninas.