viernes, 24 de diciembre de 2010

MANUELITA SAENZ COMO PERSONAJE LITERARIO

Hace un buen rato que deseo escribir sobre Manuelita Sáenz como personaje literario, motivada en primer lugar, claro está, por la seducción que ejerce sobre mí su figura histórica de mujer audaz y rebelde. Otro acicate lo tuve al leer un artículo del profesor Alberto Rodríguez, muy rico en referencias sobre el tratamiento de Manuela en diversos géneros literarios (Leer en el caos, 2002. Caracas, UCAB, pp. 113-121). El tercer motivo es el más curioso: la “repatriación” de sus restos desde Paita por el actual gobierno bolivariano, cosa imposible porque los mismos desaparecieron en el anonimato de una muerte ocurrida en el confinamiento de su exilio peruano. Cuando oí que ocurriría tal cosa no salí de mi asombro hasta que me enteré de que era un traslado simbólico, que sólo se trataba de un puñado de tierra del puerto donde murió, a fin de hacer posible que se reuniera con su amado, el gran Bolívar, en el Panteón Nacional… Tal gesto de melodrama me dejó sin comentarios, en puntos suspensivos…o quizás en interrogantes: ¿Cuánto le costó al país ese performance? ¿Qué hubiera pensado o dicho la irreverente difunta si pudiera hacerlo hoy desde allá, desde los confines de la muerte? Más puntos suspensivos… Quizá me marcó un poco la caracterización que hizo Beatriz Valdés de Manuelita en la película de Diego Risquez, donde el carácter atrevido, desafiante y confrontador resalta junto a algo que no me gustó del todo, el que la pasión de la heroína pareciera ser más el hombre y menos el proyecto de libertad. Quizá fue una mala lectura que hice del film, no sé. Es por ello que lo de que sí reivindico del performance al que aludí arriba, es el que se exaltara que antes de su encuentro con Bolívar, ya Manuela era una activa partidaria de la causa independentista de la América Hispana.

Volviendo a lo que interesa, debo comentar que según Rodríguez más allá de la configuración romántica de la heroína como la “adorable loca” o la “Libertadora del Libertador”, como la designó Simón Bolívar, la figura histórica de Manuelita Sáenz ha devenido en mito. Tanto así que a Manuela se le ha representado de acuerdo a dos polaridades: entre el mito heroico y el mito erótico. Es decir, por un lado es una “figura legendaria del imaginario épico de la emancipación” y por el otro una “imagen de alcoba”. No hay duda de que ambas configuraciones la reducen en su significación. Tal dualidad la persiguió en vida, en el habla de sus contemporáneos, así como póstumamente en los escritos sobre su persona.

En los textos literarios o en las biografías de Simón Bolívar, se representará a Manuela como figura secundaria. Veamos cómo la presenta García Márquez en El general en su laberinto, según cita el profesor Rodríguez:

Era astuta, indómita, de una gracia irresistible, y tenía el sentido del poder y una tenacidad a toda prueba. Hablaba buen inglés, por su marido, y un francés primario pero comprensible, y tocaba el clavicordio con el estilo mojigato de las novicias. Su letra era enrevesada, su sintaxis intransitable, y se moría de risa de lo que ella misma llamaba horrores de ortografía. El general la nombró curadora de sus archivos para tenerla cerca, y esto les hizo fácil el amor a cualquier hora y en cualquier parte, entre el fragor de las fieras amazónicas que Manuela domesticaba con sus encantos.

Otra perspectiva alcanza su figura cuando es personaje central de diversos géneros como la novela y el teatro, así como su representación en poesía, menos frecuente. La insepulta de Paita, de Pablo Neruda, es uno de los poemas más conocidos dedicados a su figura, en los que el poeta le cantará: “Manuela, brasa y agua, columna que sostuvo/no una techumbre vaga sino una loca estrella”.

Aunque quizá el caso más curioso, por el escándalo que ocasionó, fue la novela erótica de Denzil Romero La esposa del Dr. Thorne, que en 1988 provocó reacciones airadas y pronunciamientos condenatorios hasta del congreso ecuatoriano, así como de sociedades bolivarianas de varios países latinoamericanos. Dicen que Denzil Romero fue retado a duelo por un miembro de estas sociedades por manchar la memoria de la heroína, ya que en su novela la representaba como una dama de costumbres sexuales licenciosas.

Es posible que esta fabulación de Romero la haya inspirado, o al menos tendría su antecedente, en las Memorias de Jean Baptiste Boussingault, aparecidas en francés entre 1892 y 1903 en París y traducidas parcialmente al castellano en 1940, uno de los primeros perfiles biográficos sobre Manuela. Según Boussingault ella era “trivial, coqueta, excéntrica, sensual, veleidosa, irreverente, pero valerosa y muy cambiante” Para este contemporáneo, Manuela era burlona, liviana y provocadora con los hombres, de conversación superficial, poco interesante, además de despreocupada en sus modales e irrespetuosa de protocolos o rituales religiosos. Dicen las malas lenguas que ella había rechazado sus pretensiones amorosas, he aquí la posible razón de una visión tan negativa sobre la dama en cuestión

Muy diferente es la semblanza que escribe el tradicionista peruano Ricardo Palma, quien la conoce en Paita en 1858, ya vieja y enferma. El la encontrará pobre pero vivaz, como una reina centrada en su trono, elocuente, de fuerte carácter y amena conversación, aunque renuente a hablar del Libertador, así como de los días de lucha por la independencia.

Quizá encontremos un mayor equilibrio en la configuración del personaje en novelas más recientes que ganan en verosimilitud al presentarnos a una Manuela heroica, audaz, muy libre para su tiempo, pero también con las debilidades de todo ser humano. La gloria eres tú (2001), de la argentina radicada en Bogotá, Silvia Miguens; Nuestras vidas son los ríos (2006), del colombiano, Jaime Manrique, y Manuela (2008), del ecuatoriano Luis Zúñiga, nos entregan a una Manuelita Sáenz más mujer y con ello más cercana, de carne y hueso, más plena de significaciones. Además, tales novelas demuestran el interés continental que tan destacado personaje de la historia ha despertado al paso del tiempo.

Silvia Miguens arma su novela a través de cortos capítulos sin título ni numeración en los que va intercalando la narración en tercera persona del acontecer histórico protagonizado por Bolívar y Manuela; junto a capítulos transcritos en cursiva en los que la voz de Manuela habla desde Paita; algún capítulo fechado a modo de diario, además de la inclusión de cartas verdaderas intercambiadas entre los inmortales amantes o entre Bolívar y San Martin, incluyendo hasta la famosa carta de Manuela a su marido en la que le echa en cara su amor por el Libertador. La intención no es otra que la de destacar el valor del documento histórico como garante de la verosimilitud de la novela. Sin embargo es para mí lo menos acertado de la obra, mucho pastiche, según mi gusto.

La novela de Manrique, profesor de la Universidad de Columbia, se distingue por haber sido escrita en inglés originalmente, o sea que llega a nosotros a través de traducción y edición de Alfaguara. Esto justificaría el que pudiéramos hablar de literatura latinoamericana en inglés, desde el momento que está escrita por un latino con tema sobre nuestros asuntos, historia e idiosincrasia. Nuestra vida son los ríos presenta a mi juicio una estructura más limpia. Dividida en cuatro libros, la narración fluye a tres voces: Manuela, Natán y Jonotás. Esto presta una acertada perspectiva polifónica, tres visiones diferentes de los personajes entre sí y sobre sí mismos.

Zúñiga, por su parte, escribe las memorias que una desolada y vieja Manuela redacta para espiar “desazones y antiguos rencores”. Se trata de XIII capítulos precedidos por el antiguo recurso de colocar frases breves que resumen su contenido, tal como lo hicieron en El Lazarillo de Tormes, Cervantes en El Quijote y hasta Teresa de la Parra en Ifigenia. Otro recurso en pos de la verosimilitud de nobles antecedentes: la novela termina con una breve nota de la criada, La Morito, quien deja testimonio, con los errores ortográficos de rigor, de que hace entrega al profesor de la escuela en Paita, antes de partir a Lima, de los manuscritos contentivos de las memorias de Manuela, los únicos que se pudieron salvar de entre los documentos que su patrona guardaba con celo y que fueron quemados por temor a la peste de la que murió.

Miguens y Manrique finalizan sus novelas dejando viva la voz de Manuela, su cuerpo muere, pero su voz sigue contando convertida en vuelo de colibrí o cóndor. Lo que demuestra que es cierto que los mitos no mueren, sólo se transforman como nos decía nuestro maestro Domingo Miliani en clase. Por eso, Manuela Sáenz siempre será una figura polémica, polisémica, infinita…

Y para enlazar con el desconcierto del que hablé al principio de esta nota, quiero cerrar transcribiendo parte del epígrafe con el que Silvia Miguens precede su novela, porque resuena misteriosamente y muy a propósito de lo que he sentido sobre este tema:

“…hasta el peligro de lo inverosímil, de la ira de lo inverosímil en nuestra época, en que hay que vivir y morir en realidad”. Dulce María Loynaz.

Manrique, Jaime (2007). Nuestras vidas son los ríos. Colombia: Alfaguara, pp.370.

Miguens, Silvia (2001). La gloria eres tú. Bogotá: Ediciones Aurora, 254.

Zúñiga, Luis. (2008). Manuela. Caracas: Fundación Editorial el perro y la rana, pp. 173.

martes, 9 de noviembre de 2010

SOBRE MUÑECAS DE LA MAFIA, CAPOS Y DEMAS PERVERSIDADES AFINES

Hace unas cuantas noches vi que una vez terminada mi telenovela favorita, El Clon, no tuve necesidad de poner la tele en “mudo” para esperar el noticiero de las 11.30, ya que en ese espacio se trasmitía otra de esas insoportables telenovelas colombianas llenas de narcos, malandros, violentas perversidades y mujeres siliconadas en la pechuga y el trasero (No tengo duda de que Colombia es la meca de los traseros de relleno. ¿Han visto esas bellas y jovencísimas actrices con esos traseros gigantes? Parecen avispas, ¡vaya por Dios!). Suspiré con alivio porque supuse que “El Capo” había terminado y que en su lugar habían puesto el noticiero de Televen desde las 11, acertadísima reprogramación, según mi juicio. No sé por qué trasmiten los noticieros tan tarde, cuando ya el sueño nos vence, para en su lugar llenarnos “el coconut” (palabra de Fernando Vallejo) de cuanta crueldad es posible que ocurra en la sociedad colombiana. ¿Será que nos quieren mantener lo más desinformados posible?

Viendo estas telenovelas Sin tetas no hay paraíso, El cartel de los sapos, Catalina, Las muñecas de la mafia, El Capo y Rosario Tijeras me preguntaba asombrada si los colombianos no estarán hartos de tanto malandraje campante y sonante en su sociedad, para que además tengan que verlos en la televisión convertidos supuestamente en antihéroes en las telenovelas. Y digo supuestamente porque opino que la supuesta moraleja dizque dejan tales seriados no es tal, estoy segura de que tienen el efecto boomerang. No me queda la menor duda de que muchos, sobre todo los más jóvenes, se identifican con el capo (un guapo actor) o con las bellísimas chicas de los “traquetos”, a pesar del castigo final. Los que defienden tales seriados por el supuesto efecto moralizante parecen olvidar el presentismo de la época, lo que llaman posmodernidad; el inmediatismo de muchos jóvenes, según el cual, si tengo poder, armas modernísimas, bellas nenas, cuerpos magníficos, joyas, trajes lujosos, mansiones fantásticas, etc. ¿Qué importa lo que pase después?

Sin embargo, la cosa no iba por donde creí, el morboso Capo no había terminado sino que, me entero por la prensa, Conatel había ordenado su suspensión, así como la de Rosario Tijeras. Tal medida se tomó en atención a una queja del Comité de usuarios de Radio y Televisión del estado Miranda, porque los contenidos de tales bodrios incitan a la violencia, al narcotráfico y a la prostitución. ¡Aplausos!!!! ¡Qué maravilla!!!! Mi respaldo absoluto. Sin embargo, las críticas no se dejaron esperar. El Nacional, por ejemplo, incluyó el pasado domingo una entrevista al autor de El Capo y de Sin tetas no hay paraíso, Gustavo Bolívar. Este censura la medida “infantil” diciendo que “cuando los pueblos son maduros entienden que las series son ficticias”. ¿Pueblos maduros? ¿De qué hablas, Gustavito? ¿Cuáles serán esos? ¿Colombia? ¿Venezuela? ¿Y la desidia, la corrupción, la debilidad de las instituciones, el embarazo adolescente, el soborno, coima o mordida, la negligencia del empleado público, el atentado constante contra el medio ambiente, los que lanzan la basura en la calle, la paternidad irresponsable, la infancia abandonada, la drogadicción y el sida en aumento, de dónde es? ¿De cuáles pueblos maduro hablas, mijito?

Y eso no es lo peor, sino que en la actualidad el prolífico escribidor trabaja en Los tres caínes, telenovela sobre el imperio paramilitar de los hermanos Castaño. ¡Vaya, qué suerte, de lo que nos hemos librado! Alegrémonos sobre todo porque el país se ahorrará unas divisas que ya no se emplearán en envenenarnos el alma. Por El Capo y Rosario Tijeras cada televisora pagó UN MILLÓN DE DÓLARES por derecho de trasmisión y patrocinio. DOS MILLONES DE DÓLARES empleados en embasurarnos el coconut. ¡DIOS, con lo escasos que están! Claro, ¿cómo no? Con razón a este señor Bolívar parece que su imaginación no da para otra cosa. Es que explotar el morbo de estos pueblos tan maduros es más rentable que las clásicas novelas de amor, que al menos nos permiten, sobre todo a las mujeres, vivir el esquivo amor, aunque sea vicariamente.

¿No se sentirá responsable este señor de que a Colombia se le vea como el país de los sicarios y el narcotráfico? (¿Habrá leído El desbarrancadero, la novela de Fernando Vallejo?) De que en todos los aeropuertos del mundo tan pronto oyen el acento colombiano o saben de su procedencia, se les aparte, delante de todos para revisarles las maletas o quitarles los zapatos, como he sido testigo? ¿Con esa imagen que se regodea mercatilistamente en ofrecer, cómo no sentirse en algún grado culpable? Sé que en Colombia hay un debate en contra de la glorificación de la maldad y la mitificación de delincuentes, y ¡cómo no!, deben estar intoxicados de ver tanto malandro en la realidad para que después se los representen galanes en la TV.

Otros dos argumentos en contra de la medida es la alta sintonía que tales telenovelas tenían (me hacen recordar la ironía de Lope de Vega: “el pueblo es necio, para agradarle hablémosle necio”) y que debe haber libertad para todo, que los padres eduquen a su hijos, que los controlen, que cultiven valores positivos. Nada más ingenuo, como si los padres lo tuvieran fácil en una sociedad como la que tenemos. Cómo se ve que los que dicen esto no tienen hijos… Ahora si hay que ser libres en todo, bueeeeno…Entonces que los pedófilos hagan lo que quieran, que en internet acosen a los niños/as y adolescentes como se les antoje, para eso está la libertad y los superpadres…. Jejejejeje.

Para finalizar este alegato a favor de la censura de las susodichas telenovelas (nunca creí que me vería cual Index revivido ), comento una noticia que leí en el mismo periódico y el mismo día al que he hecho referencia y que me parece tiene relación con lo que he expuesto: Desmantelan la banda de “Los Benyamisn” integrada por adolescentes de 17 años. Apresan a unos, ultiman a otros, pero lo que llama la atención no es eso, acostumbrados como ya estamos al horror del delito y la inseguridad, sino que los chicos “exhibían sus fotografías y videos cometiendo fechorías por internet”, ¿qué tal? ¿Tendrá que ver esto con las morbosas series colombianas o gringas que esos chicos veían por la tele?. ¿O la coincidencia es pura casualidad?

Hermanos colombianos, no se dejen, boicoteen esos bodrios, luchen por su salud mental y por una mejor imagen de su espléndido país.

sábado, 30 de octubre de 2010

BREVE APUNTE SOBRE HABANA EVA

Vi Habana Eva y me encantó. Fui al cine por pura casualidad con un amigo que suele menospreciar las películas hechas por mujeres, porque las considera malas y de interés sólo para mujeres. Aunque de entrada podría ser un mal pronóstico para la película, sus prejuiciosos comentarios me sirvieron de revulsivo que me permitió argumentar a favor de la misma (tal actitud me hace sospechar que no es él solo quien tiene esa postura frente a la cineastas mujeres, sino que son muchos los hombres que piensan lo mismo, pero se cuidan muy bien de decirlo en voz alta).

Debo confesar que fui a ver la película atraída por el prestigio de Fina Torres, de quien vi su nostálgica Oriana (1985) (no he tenido la oportunidad de ver su Mecánicas celestes (1995) y su Las mujeres arriba (2000)), y por el premio recibido como mejor película internacional en el Festival de Cine Latino de Nueva York. Sin embargo, también yo tenía mis prejuicios porque temía encontrarme con un tratamiento tópico de la “cuestión cubana”, a favor o en contra. Es decir, o con una propuesta que hablara de la reconciliación necesaria entre los cubanos de las dos orillas, como la pavosa canción de Ricardo Arjona, o con un “anticubanismo”, si vale el término, o anticastrismo a ultranza, sin equilibrio alguno y muchas veces injusto.

Así que me senté en mi butaca, después de no sé cuánto tiempo que no visitaba una sala de cine. Me he acostumbrado a verlo en mi plasma 42 pulgadas, en la tranquilidad de casita sin tener que aguantar al espectador medio venezolano que va al cine a conversar, a reír estúpidamente si los personajes dicen alguna grosería, como si no se oyeran en todas partes cotidianamente sin el menor reparo, o a dar patadas al respaldo de mi asiento cada vez que el/la de atrás descruza la pierna. Otra muestra del desinterés y el consecuente irrespeto de los venezolanos ante la existencia del otro. Y ¡ay! si te atreves a llamarle la atención a alguien por un abuso como el que menciono… La respuesta es un insulto, además de exponerte a que te falten el respeto doblemente, como si el abusador/a fuera el/la agredido/a…

Bueno…volviendo a Habana Eva, comento que ninguna de mis expectativas negativas fueron cumplidas. Vi una película divertida, que no soslayó la realidad cubana sin dramatizarla y sin por ello ser superficial, como dice una pésima crónica, muy mal escrita por cierto, del diario Aporrea. Eva (Prakriti Maduro) trabaja en una fábrica de ropa haciendo unos horrendos trajes de novia; se trata de unos modelos realizados en serie que no pueden ser modificados, como quiere Eva, quien es una creativa diseñadora de modas. No puede innovar con los recursos que posee porque la jefa del taller es una burócrata de mente cuadrada que no permite los cambios, su fanático celo ve toda nueva idea como un acto contrarrevolucionario. Se trata una vez más de ese leitmotiv del cine cubano, la burla de la burocracia, que ha dado espléndidas obras plenas de humor caribeño, como Plaff y Guantamera, entre otras.

Eva tiene un novio, Angel (el actor cubano Carlos Enrique Almirante), un chico bueno, muy enamorado, convencido revolucionario que construye una casita para casarse, con todos los esfuerzos del mundo, sin recurrir al mercado negro. Eva está cansada de esperar, añora poder hacer el amor en una cama, quisiera que Angel tuviera más ambición y claudicara un poco en función de lograr esas pequeñísimas cosas que cualquier ser humano debería tener. ¿Es materialista esto, amigo de Aporrea? De pronto aparece Jorge, el hijo adinerado de unos exiliados cubanos que abandonaron la isla cuando este tenía seis años. El se enamora de Eva, ella se resiste, pero al final sucumbe: he aquí el triángulo amoroso.

En medio de este triángulo está Teresa (la cubana Yuliet Cruz), el mejor personaje de la película. Ella aporta momentos memorables, con su humor y desparpajo; sólo me sobró la escena del baño, cuando se monta sobre la poceta, demostrando una ordinariez que no cuadra con el perfil del personaje desarrollado a lo largo de la película. Como también me sobró la escena de la seducción del funcionario por parte de Eva, con el fin de conseguir un permiso para montar un negocio. Es esta una escena secundaria que inexplicablemente se convierte en el poster de la película, como bien me hizo ver mi acompañante.

Teresa muere y se convierte en el fantasma que, como ángel tutelar, asiste y aconseja a Eva. ¿Por qué este elemento innecesario? Me pregunta mi amigo. Porque sólo con la inclusión de lo fantástico será posible el final feliz, el que Eva sea una triunfadora transitando los caminos del amor. No hay que olvidar que sus amigas, las compañeras de la fábrica de ropa, le han dicho que los finales felices sólo se dan en las telenovelas. Esto me hizo recordar La rosa púrpura del Cairo, cuando los personajes femeninos de la película que Cecilia (Mía Farrow) ve en el cine le aconsejan que se quede con el personaje de la película del que se ha enamorado y no con el actor real, porque es un hombre y los hombres, tratándose de amor… son inconstantes… para decirlo suave, sin ofender.

No hay un discurso militantemente feminista, no tiene por qué haberlo, pero no me parece una obra superficial por ello, como se dice en Aporrea. Sí es una película que destaca los personajes femeninos, como toda la filmografía de Fina Torres, y en ese sentido sí es feminista, pero hasta ahí. Me parece que trata los problemas de la sociedad cubana, sus carencias y contradicciones, sin dramatizar, exagerar o denunciar. Están ahí no se pueden soslayar, se tratan con humor, como lo viene haciendo el cine cubano desde hace mucho. También está el encanto decadente de la bella y deteriorada Habana, otro acierto de la película: su fotografía. Y en cuanto a esto me pregunta mi amigo, ¿pero es esta una película cubana o venezolana? Se refería, claro está, a los técnicos, todos cubanos. Lo mismo me decía una amiga de Oriana: “esa es una película francesa”. A esto no sé responder: cubana o venezolana; cubano-venezolana. No me importa: me encantó y punto.

domingo, 3 de octubre de 2010

HOMENAJE A CONNY MÉNDEZ


Yo soy venezolana, de la pura capital,

del eje de mi tierra, del Distrito Federal

yo busque lo más central y no pudiendo en Catedral

nací en la esquina El Conde, en la propia calle real.

(Yo soy venezolana. Conny Méndez)

Con esta maravillosa canción (disponible en youtube en la voz de la propia autora) una de mis preferidas junto a Soñe y Venezuela habla cantando, comencé hoy mismo mi colaboración en el programa radial de Carlitos Contreras, Venezuela Sonora, en la Radio Universitaria, ULA FM 106.5. Fue una experiencia gratificante, siempre había querido hacer un programa de radio dedicado a la literatura y/o al hacer de las mujeres. La oportunidad se presentó cuando menos lo esperaba ya que, luego de una invitación a su programa, Carlitos, querido y talentoso exalumno, además de buen músico y excelente persona, y yo acordamos experimentar un poquito con una entrega mensual dedicada a la literatura. Ya comenzamos con buen pie, según creo, espero que en lo sucesivo la audiencia nos compense con su sintonía y aprobación. Hilvanando música y comentarios fuimos haciendo un perfil de esta polifacética mujer, parte de lo dicho lo transcribo a continuación:

Juana María de la Concepción Méndez nació el 11 de abril de 1898 en la caraqueñísima esquina El Conde, hija del escritor Eugenio Méndez y de doña Lastenia Guzmán. En su casa la llamaban Conchita, pero no le gustaba, hasta que fue rebautizada Conny por sus compañeros de estudios en Nueva York, nombre con el que sí se identificó y con el que se dio a conocer desde entonces. Burguesa de sangre, como reconocen sus parientes, perteneció a una clase privilegiada que cuenta entre sus ascendentes a José Antonio Páez y Cristóbal Mendoza. Si se la puede definir en pocas palabras estas serían: mujer alegre, sencilla, traviesa, incansable en su afán de dar rienda suelta a su creatividad. Decía lo que pensaba, hacía lo que le daba la gana, en una palabra: fue una mujer libre. La primera que se bañó a mar abierto en La Guaira, la primera que fumó en público, la primera en divorciarse. Se casó tres veces, tuvo dos hijos y doce nietos.

Conny recibió algunas clases de música con el maestro Vicente Emilio Sojo, además estudió Artes Plásticas y Música en Nueva York, aunque no por mucho tiempo, se dice que odiaba los estudios formales. Era una música autodidacta, componía directamente en el piano, sin tener mayores conocimientos de teoría y solfeo, sin embargo, tocaba la guitarra y el piano bastante bien.

Es bueno destacar que sus inicios en el mundo artístico no fueron en la música sino en la caricatura, fue toda una pionera en el humorismo femenino, rasgo interesante ya que no son muchas las mujeres que han incursionado en ese género. Comenzó como caricaturista en la revista femenina Nos/otras, a la que siguieron colaboraciones, también como cronista, en otras importantes revistas de su época como Elite, Páginas, Bohemia y en diarios como El Nacional y La República.

Otro de sus intereses, además de la pintura, la decoración, la costura y el tejido, fue el teatro, puesto que se desempeñó como productora, directora y actriz de obras montadas a beneficio de la Cruz Roja Internacional. Cuentan sus familiares que era una mujer sumamente simpática y extrovertida, cuya compañía encantaba a todos. Gustaba de reunir a la familia para organizar veladas culturales en la que se representaban obras teatrales o se interpretaba música coral.

Escribió más de 40 composiciones, la primera de ellas fue Soñé, estrenada en Nueva York por la soprano Isabel Hernández de Pérez Dupuy en 1935. En 1967 se edita un LP titulado A mi Caracas, en homenaje a su amada ciudad por su Cuatricentenario. Su última composición musical fue Luna de Burbusay, en 1972, dedicada a este entrañable pueblito andino. También se ocupó de los niños con varias composiciones dedicadas especialmente a ellos, como la pieza Navidad criolla o La Cucarachita Martina. Es posible que pocos sepan que su conocida pieza La Negrita Marisol fue dedicada nada menos y nada más que a Yolanda Moreno. Cuenta nuestra gran bailarina que la canción fue todo un éxito en su momento y que gracias a ésta se dio a conocer en el ámbito artístico nacional.

En 1943, Conny Méndez fundó su Movimiento de Metafísica Cristiana, que la hizó más famosa. Fue discípula de dos maestros de lo que se conoce como El Nuevo Pensamiento, Emmet Fox y el Conde Saint Germain. Ella tradujo y divulgó tales enseñanzas por la América Hispana siendo la autora más productiva en estos temas entre los años 60 y 70. Quién no ha leído, recibido como regalo o al menos visto en librerías o en kioscos de la calle títulos como:

Metafísica al alcance de todos

Te regalo lo que se te antoje

El maravilloso número 7

Quién es y quién fue el Conde de Saint Germain

Piensa lo bueno y se te dará

Metafísica 4 en 1

El nuevo pensamiento

Qué es la Metafísica

El librito azul

La voz del Yo soy

La carrera de un átomo

Hoy me gustaría comentar especialmente un libro de Conny menos conocido, Las Memorias de una loca, publicado en 1955 en Barquisimeto, porque lo considero un libro importante dentro del memorialismo femenino venezolano. Escrito con soltura y desenfado, sin grandes pretensiones literarias, cumple lo que es común a las memorias como es privilegiar las anécdotas, los acontecimientos externos frente al análisis del yo. De modo que lo confesional cede su paso a una sucesión de historias graciosas y singulares protagonizadas por la autora, sus parientes y amigos. Nada dice Conny de su intimidad, de sus amores o secretos. Más sorprendente aún es que ni siquiera mencione su labor en la enseñanza esotérica ni el Movimiento de Metafísica Cristiana que fundó en 1946, asunto que soslaya censurándolo por completo. Con ello se cumple lo que la crítica Estele Jelinek, ha llamado “la falacia de la autobiografía”, es decir, la creencia de que el autor hace revelaciones sobre su intimidad, sobre lo profundo de su vida emocional.

Cabría preguntarse entonces cuál fue el proyecto memorialístico de Conny Méndez para entender a su vez cómo ella se autoconcibe. Las memorias de una loca comienzan exaltando la saga familiar, los Méndez, familia aristocrática de la que se siente orgullosa, no sólo por su alta cuna sino porque todos están dotados de genio. Ella se autodenomina loca porque para ella esa palabra significa única, especial, esto a pesar de la mirada jocosa con que se ve a sí misma en el poco piadoso autorretrato con el que abre sus memorias:

Yo era una niñita muy insignificante. Raquítica, orejona, con los ojos que me tragaban la cara y la boca en acento circunflejo. Me hacía pipí en la cama y en las pantaletas. Mis hermanos me llamaban “Refonjedionda”.

Luego de esta singular presentación, Conny nos pone al tanto de que era una niña solitaria, ya que no tenía amigas con quien jugar, lo que sin embargo consideró positivo porque le permitió desarrollar su imaginación. Por eso comienza a hablar con las plantas del jardín, se hace amiga de las rosas, margaritas y cayenas y descubre el piano. Aprende a tocarlo y compone un Nocturno, a pesar de su corta edad. Con esto se da una constante que suele aparecer en las autobiografías de escritoras y artistas, quienes tienden a autorrepresentarse como niñas solitarias por lo precoces y excepcionales. Así sucede en las autobiografías de las españolas, Emilia Pardo Bazán, Rosa Chacel, de la cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda o de la argentina Norah Lange, entre otras.

Otra constante del memorialismo femenino es la poca importancia concedida al acontecer histórico social que enmarca los hechos narrados. A pesar de que manifiesta la voluntad testamentaria que la impulsa a comentar hechos curiosos de su tiempo para que la juventud los conozca. Son pocas las alusiones a lo que sucede en el país. Así, al referirse al General Cipriano Castro y a la inconformidad de su familia con el gobierno, lo que los hace abandonar el país para vivir en Nueva York, tan sólo dice que el general era buen bailarín y picaflor, lo que sus parientes consideraban un mal ejemplo; dato poco relevante, puesto que se da de pasada luego de un simpático fragmento, acierto de la oralidad representada en la escritura, con lo que Conny demuestra su resistencia a las formalidades, a la privación de la libertad, al cuidado de las apariencias tan común en la educación de las mujeres de su época. Por eso dedica los últimos capítulos de su libro a narrar sus viajes por Europa, destacando su independencia, su éxito como cantante y compositora y su desenfado, opinando, haciendo críticas, diciendo lo que piensa sin complejos. Son estas, entonces, las memorias de una mujer emancipada o como ella misma prefirió decir: artista, bohemia y loca. Afortunadamente pudimos constatar en librerías que hay una reedición de algunos textos y caricaturas, junto a estas memorias que comentamos hoy, titulada La Chispa de Conny Méndez.

No hay duda de que Conny Méndez fue una mujer excepcional, su legado es una obra musical y una labor espiritual muy estimable además de conocida ampliamente en el ámbito hispano. Recibió muchos honores, entre ellos la Orden Diego de Losada en 1976. Falleció en Miami durante una visita a su hijo y a sus nietos el 26 de noviembre de 1979. Sus restos fueron cremados y repatriados para ser enterrados en su querido país. Fueron 81 años que sorprenden por representar una vida tan prolífica y por ello tan ejemplar.


domingo, 26 de septiembre de 2010

LOS HOMBRES QUE NO AMAN A LAS MUJERES

Comienzo esta nota parodiando el título del bestseller del sueco Stieg Laarson pues me resulta muy útil, ya que viene al caso aunque a primera vista no lo parezca. Advierto esto de entrada, aclarando que sólo me refiero al título de la referida novela, porque voy a comentar un evento ocurrido el pasado mes de junio en la ciudad de Mérida, durante la celebración de la FILU, la feria del libro que anualmente realiza la Universidad de Los Andes. Ya en otro lugar he comentado la presentación de la antología poética de María Auxiliadora Álvarez Las nadas y las noches, a la que tuve la fortuna de asistir. Me referiré en esta oportunidad a las curiosas intervenciones a las que dio lugar la conferencia que la autora ofreció sobre la poesía femenina en Venezuela del siglo XX, precedida por la ajustada presentación del crítico y ensayista Víctor Bravo y seguida por un breve recital ofrecido por la propia poeta.

Digo curiosa porque se trataba de un evento académico, que debió dar lugar a juicios críticos sobre el hecho literario, sobre poesía muy especialmente, lo cual debió ser el centro de la discusión. No digo que esto estuviera ausente, claro que hubo breves alusiones al respecto. Pero lo que me pareció relevante fue la orientación del debate hacia el tema de la feminidad, hacia comentarios sobre las conductas de las mujeres, sobre todo en lo que respecta al amor y a sus relaciones con los hombres. Todo comenzó, según mi frágil memoria, cuando una señora mayor, de honorable aspecto y acento extranjero, bastante conocida y respetada pero desconocida por mí, intervino para decir: “los hombres no aman a las mujeres”. Inmediatamente captó la atención de todas las presentes, había pocos hombres en el público. Recuerdo la consecuente reacción, la mirada y la sonrisa de la amiga poeta Clea Rojas; también Víctor sonreía, pero con cierto azoro, según mi parecer. Los hombres suelen sentirse incómodos y hasta agredidos cuando se dicen cosas similares, vaya usted a saber por qué.

Tal afirmación, tan tajante y lapidaria, me dejó pensando, puesto que de entrada me pareció una generalización injusta, como toda generalización. En seguida me dije para mis adentros: bueno…pero no todos…habrá alguno que si haya llegado a amar de verdad… Más tarde, sin embargo, luego de concienzudas reflexiones sobre el asunto, no tuve más remedio que admitir que la sabia dama tenía toda la razón…Los hombres necesitan a las mujeres, las usan, las desean (sobre todo esto), las exhiben…pero no las aman…Me siento obligada a confesar aquí algo que me sorprendió descubrir en mí misma: esta revelación me llegó sin que me produjera el más mínimo dolor. Y ello me asombra, yo que siempre le he rendido culto al Amor me he quedado como si tal cosa, como si no hubiera padecido todos y cada uno de los verbos destacados arriba en negrita. ¿Será que ya estoy vieja y con ello más allá del bien y del mal? ¡Vaya por Dios! Serán cosas de la Armonía (ver en www.verbadicendi.blogspot.com, la entrada titulada Un encuentro en la FILU, para que se entienda el sentido de esta palabra). No está demás agregar aquí que ya he sido objeto de burlas de uno que otro amigo cuando les comenté lo que he expuesto, pero, en significativo contraste, debo decir también que he encontrado la confirmación de lo dicho hasta por una bella amiga a quien considero muy amada por su pareja. Interesante, ¿no?

No sólo esto se dijo sobre la feminidad, María Auxiliadora, quien vive en Estados Unidos, expresó su opinión sobre la incomprensible complicidad de las mujeres en nuestro país, en particular, y en Latinoamérica, en general, con el hecho de que sólo seamos vistas y valoradas como mujeres-objeto, sólo pendientes de las miradas de los hombres; como si nuestro papel en el mundo sólo fuera el de la seducción, el de despertar y complacer el deseo masculino. De verdad que estoy plenamente de acuerdo con lo dicho por la poeta. Ya lo había apreciado y creo que escrito en algún lugar, ya no hayamos cómo exhibir las prótesis mamarias sin el menor pudor a toda hora y en todo lugar (¿Será que estamos subconscientemente seguras de que a través del deseo es la única manera de “atraparlos”?). Después nos quejamos de que nos traten como a pedazos de carne; o de que nos tengamos que aguantar que los hombres digan de otras mujeres delante de nosotras, sin el menor respeto, cosas como “Qué buena está”, “está podrida de buena”, “está que se explota de buena” “esa es una enfermedad”. Sobre todo si el que lo dice es feo, gordo y limpio (de bolsillo, digo). Otra observación de la Álvarez, con respecto a la manera en que amamos las mujeres, es que nosotras nos “desapropiamos” de nosotras mismas, el hombre no. La mujer se entrega y se pliega, él no. El hombre conserva sus inclinaciones, hábitos y costumbres, no renuncia a nada o a casi nada.

Bueno… ¿y qué tendrá que ver todo esto con la poesía? Me preguntaba, ¿por qué tales temas en un evento sobre poesía femenina? En el breve prólogo que antecede a Las nadas y las noches, quizá haya una respuesta. En el mismo, Julio Ortega afirma lo siguiente: “Supongo que ya nadie cree en una poesía femenina, pero confío en que todos esperemos de las poetas y escritoras noticias de su exploración de lo femenino”. Luego de esta negación de la existencia de una escritura femenina, Ortega pasa a citar a autores como Derrida, Luce Irigaray y Nelly Richard que han teorizado sobre la diferencia de la mujer, sobre la crítica del lenguaje que “perpetúa roles jerarquizados”, etc. Entonces, ¿no se está hablando de una postura de las mujeres que se refleja en su escritura? ¿De una escritura femenina? ¿No es paradójico negarla para luego resaltar las diferencias que se dan en el uso del lenguaje y en la visión de mundo que se ofrece desde una pluma de mujer? Tales paradojas suelen aparecer en la crítica constantemente, no sé por qué, incluso de boca de las mismas escritoras. De modo que he aquí la posible explicación del debate al que he hecho referencia, la escritura de María Auxiliadora Álvarez da cuenta de su exploración de lo femenino y en ese sentido es una poesía femenina. Y para apoyar aún más esta afirmación, recuerdo que en un congreso realizado en Colombia un destacado profesor me dijo que la poesía de Enriqueta Arvelo Larriva sólo podía ser leída en voz alta por una mujer. ¿Y entonces? ¿Existe o no la poesía femenina?

Y para cerrar, un poema de amor (si de entrega y desapropiaciones hablamos…):

EL SONIDO DE EXISTIR

di tu nombre suavemente sobre el mío

y repítelo

cada noche

antes de cada canción

del sueño

de modo que mi nombre se vaya borrando

bajo el tuyo

y tu voz sea

el único

sonido de existir

María Auxiliadora Álvarez (2009). Las nadas y las noches. Barcelona: Candaya.

sábado, 4 de septiembre de 2010

LAPIDACIÓN EN IRÁN


El pasado mes de agosto fui entrevistada por internet por la joven periodista Yulliam Moncada, del diario Los Andes de San Cristóbal. Se me pedía una opinión sobre el caso de Sakined Mohammadi Ashtiani , la dama iraní presa desde el 2005 por haber cometido infidelidad, condenada además a la lapidación pública por el mismo “delito”. Esta fue mi respuesta, publicada en dicho diario el 12 del mencionado mes, en el contexto del necesario reportaje escrito por Yulliam:
No hay duda de que hay una conmoción en el mundo entero ante tal aberración que para mi tiene una doble dimensión, pues no sólo se trata de un futuro acto contra los derechos humanos, sino muy específicamente contra los derechos de la mujeres. Me parece que hoy más que nunca las luchas feministas tienen vigencia, el feminismo entendido como un abogar porque las disimetrías de género desaparezcan de la sociedad y no como odio contra los hombres. Es una lástima que se haya estigmatizado tanto un movimiento que ha logrado muchos avances a favor de las mujeres, y que por posiciones extremistas adoptadas a veces por sus militantes, se crea que ser feminista es ser resentida, fea, hombruna o lesbiana. Pensaba en el caso de la infortunada Sakined Mohammadi Ashtiani y recordaba que hace dos mil años un gran hombre defendió a una mujer que iba ser lapidada con aquella frase inmortal: "quien esté libre de culpa que lance la primera piedra". Sí, Jesucristo era feminista, pienso en su favoritismo por María Magdalena.
Un caso como este merece el llamado de atención que el mundo le está haciendo a Irán, ojalá que este país, tanto sus gobernantes como su población en pleno, se dé cuenta que con este gesto, con la vigencia de unas costumbres y unas leyes anacrónicas y salvajes, no están sino demostrando un tremendo atraso en todo los órdenes, tanto civiles como institucionales.
Venezuela tiene buenas relaciones con Irán, su gobierno ha demostrado una posición de avanzada frente al problema social, civil y penal de las mujeres como lo demuestran las reformas del Código Civil, la promulgación de leyes contra la violencia de género, con la creación de ministerios y con una notable representación femenina en puestos de poder. Ello porque, a pesar de los logros alcanzados a favor de la liberación de las mujeres y del disfrute de los derechos que les corresponden, falta mucho por hacer, prueba de ello son, para citar sólo dos ejemplos, los bajos salarios que muchas mujeres devengan en contraposición a los recibidos por los hombres o el constante acoso sexual o maltrato, incluso muertes, que se suceden a diario en contra de las mujeres por parte de los hombres de su entorno. Por ello me pregunto, ¿se ha pronunciado el gobierno sobre la lapidación en Irán? ¿Hay algún comunicado o llamado de atención por parte del presidente o de la Asamblea Nacional, presidida por una mujer, por cierto, con respecto al tema?. ¿Intercedará Chavéz a favor de Sakined Mohammadi Ashtiani? Si ya lo hizo y no me he enterado: ¡Salud presidente! Si no lo han hecho, ¿qué están esperando?
Al día siguiente de haber escrito esto me enteré por TV que el presidente Lula da Silva le había ofrecido asilo a la bella y joven Sakined, tengo entendido que sólo cuenta con 42 años y que es madre de dos hijos. Tremendo gesto, digno de emulación, sigo sin enterarme si nuestro gobierno, tan declarativo en tantas otras circunstancias, ha hecho algo al respecto. Pido, por favor, al que tenga noticias sobre esto me las haga llegar para salir del asombro en el que me tiene sumergida tan culpable silencio, sobre todo el de las mujeres del poder en este país.

(Fátima Mernissi)


De lo que sí estoy al tanto es de que la lapidación fue suspendida hasta nuevo aviso gracias a la gran presión internacional que ha generado tan escandaloso caso, y a la labor, entre otras, de Amnistía Internacional, que ha recogido firmas por internet (ya firmé desde luego) para solicitar la suspensión de semejante barbarie. Lo último que supe fue que la primera dama de Francia, Carla Bruni, fue tildada de prostituta por un diario iraní, por haberse pronunciado a favor de Sakined, ¡Vaya por Dios!... y también por Alá! Reflexionando sobre este tema recordaba a Fátima Mernissi, la catedrática marroquí experta en estudios coránicos y tenaz defensora de los derechos de la mujer, autora, además, de un delicioso libro autobiográfico, Sueños en el umbral, Memorias de una niña del harém (1994), donde evoca su infancia en Fez. Mernissi, premio Príncipe de Asturias de las Letras, 2003, ha escrito y declarado innumerables veces que el profeta Mohammad era feminista y muy progresista para su época, que el Corán para nada discrimina a la mujer con sus preceptos, que son las lecturas del poder patriarcal que tuercen el sentido del libro sagrado para justificar su sojuzgamiento y dominación, lo mismo que ha hecho por siglos el poder eclesial católico, qué casualidad, ¿no? En estas tergiversaciones de las escrituras se basa la discriminación que sufren las mujeres en los países de religión musulmana.


Si bien es cierto que también los hombres son condenados a sufrir lapidación, la mayoría de las víctimas son mujeres. Consultando un poco sobre el tema me entero de que actualmente hay ocho mujeres y tres hombres sentenciados a ser ejecutados por tan cruel método.
Irán tiene uno de los índices de ejecución más altos del mundo. En 2009 fueron ejecutadas más de 388 personas, catorce de ellas públicamente y al menos una mediante lapidación. Cinco de estas personas ejecutadas lo fueron por delitos cometidos cuando tenían menos de dieciocho años. Ocho mujeres y tres hombres siguen actualmente en riesgo de ser lapidadas en cualquier momento, y más de 135 jóvenes podrían ser ejecutados por delitos supuestamente cometidos siendo menores de edad. Desde 2002, al menos seis personas han muerto lapidadas en Irán bajo la acusación de haber cometido adulterio.
El acoso a Sakined no se ha detenido, las informaciones sobre su caso revelan que el 11 de agosto pasado se le hizo confesar ante las cámaras de televisión que había colaborado con la muerte de su marido, se presume que lo hizo bajo tortura. Otro exabrupto es la persecución de la que ha sido víctima su abogado defensor, Mohammad Mostafaei, quien se ha visto obligado a huir del país. Ante tal situación el llamado de Amnistía Internacional a la comunidad mundial y a los grupos que luchan en defensa de los derechos humanos, es el de estar atentos y en solidaridad con esta causa, porque la condena a Sakined ha sido tan sólo suspendida para su revisión, la Magistratura iraní no ha anulado la sentencia, por lo que podría ser ejecutada en cualquier momento o su condena conmutada por 99 latigazos, ¡casi nada!

CAROLINA HERRERA, SEÑORA DE LA MODA


Parece que no hay nada que enaltezca más el gentilicio de un país, llenando de orgullo a sus habitantes, que el hecho de que una de sus compatriotas obtenga reconocimiento internacional por haberse destacado en algún campo de la ciencia o el arte. Prueba de ello es la vanidad de los españoles por el éxito de Penélope Cruz en el cine estadounidense o la de los australianos por el demostrado talento de Cate Blanchett, para sólo referirnos al mérito de dos féminas entre muchas otras.

También dice la conseja popular que nadie es profeta en su tierra, lo cual suele comprobarse, lamentablemente, con bastante frecuencia. Sin embargo, ese no es el caso de Carolina Herrera, la reconocida diseñadora de moda venezolana, cuyos modelos exclusivos son llevados en la actualidad con distinción por damas notables de buena parte del mundo, entre las cuales podríamos mencionar, como curiosidad, a la famosa muñeca Barbie.

María Carolina Josefina Pacanins y Niño, más conocida como Carolina Herrera por su matrimonio, en segundas nupcias, con el aristócrata Reinaldo Herrera, lo que la convirtió en Marquesa de Torre y Casa, nació en Caracas bajo el signo de capricornio, un 08 de enero de 1939. De manera que son los 61 años más glamorosos que se hayan visto en mujer alguna.

Establecida en Nueva York desde el año 81, en Madison Avenue, ha desarrollado un imperio que no sólo se limita al vestuario femenino sino también a perfumería para damas y caballeros, con numerosas boutiques distribuidas por medio mundo, incluidas importantes ciudades latinoamericanas como Bogotá, Buenos Aires, Río de Janeiro, São Paulo y Caracas.

Su primer perfume, Carolina Herrera, salió al mercado en 1988, una mezcla de esencias de nardo y jazmín. A partir de esa fecha ha continuado renovando anualmente su línea. Entre sus fragancias se cuentan 212, Sexy, Chic, hasta su último perfume 212 Sexy For Men, lanzamiento del 2009; todo esto como filial estadounidense del grupo español Puig.

Su trayectoria ha sido premiada en más de trece ocasiones entre las cuales vale la pena mencionar el “Premio a una década de Creación Artística” (1991), concedido por la Asociación de Diseñadores Hispanos de Estados Unidos; la Medalla de Oro del Spanish Institute de New York (1997) y el “Diseñadora Internacional del Año 1999”, otorgado por la Revista Telva de España.

Madre de cuatro hijas y abuela de cinco nietos, su presencia es distinguida con el apelativo de “Señora” doquiera que se encuentre, ya sea en su empresa o detrás de bastidores, mientras controla todo lo que ocurre en los exitosos desfiles de presentación de sus diseños. Es este último el lugar que prefiere, de entre cualquier otro, y el que disfruta con mayor intensidad, según ha manifestado en repetidas ocasiones.

Si alguna mujer puede declarar con propiedad que la vida comienza a los cuarenta, sobre todo ahora que las cuarentonas parecen estar de moda, esa es Carolina Herrera. Aunque su inclinación hacia el diseño se le reveló tempranamente, cuando su abuela la llevó a un desfile de Cristóbal Balenciaga y tan sólo contaba con trece años, fue a partir de su cuarta década cuando le dio rienda suelta a su creatividad. Así, hilvanando, como cuentas de uno de los collares de perlas que suele lucir, talento, laboriosidad, una voluntad de hierro y gran dosis de suerte, se hizo de un nombre y edificó ese imperio black and white salpicado de lunares que distinguen el sello CH en el mundo.

Se trata de una combinación de mujer de negocios exitosa con esposa y madre de familia. De su pasado de dueña de casa convencional, centrada en sus hijas, su marido y su gusto por los caballos y los perros, todavía perviven el que no le sea posible entender sobre los asuntos financieros de sus empresas, dado que según la educación recibida en su niñez y juventud, hablar de dinero era considerado de mal gusto. Esto lo lamenta sobremanera puesto que hoy toda mujer debe saber de números, según su parecer. Igualmente, considera que su marido es un hombre muy inteligente y que siempre ha estado encantado con su trabajo, apoyándola en todo, pero de no haber sido así, confiesa que nunca lo hubiese emprendido.

Cuando se le preguntó cuál ha sido su aporte a la moda, en una entrevista concedida antes de presentar en Buenos Aires una de sus fragancias, contestó: “Ayudo a que las mujeres se sientan más chic y bonitas”. “Todo para el ojo. Nada para el intelecto”, podría ser su lema. “La moda no es para la cabeza y es esencialmente frívola… tiene algo de escapismo”. Sobre este tema de los valores y las ideas habría que apuntar su postura ante las críticas recibidas por parte de los grupos que defienden los derechos de los animales, debido a que suele utilizar pieles auténticas en sus creaciones. A estos ha respondido con estudiada inocencia: “hay que protegerse del frío”.

Su buen gusto proviene quizá de su cuidada educación y de su pasión por el arte. Retratada nada más y nada menos que por Andy Wharhol, Carolina confiesa que muchas de sus ideas provienen de imágenes que quedan titilando en su memoria luego de contemplar las propuestas de fotógrafos o pintores importantes. Ese estilo clásico con toques modernos que distingue a sus modelos evoca, en algunas de sus colecciones, a grandes obras artísticas que cobran vida a lo largo de la pasarela en el cuerpo de las maniquíes. Tal es el caso de la preciosa colección para novias 2010 en la cual la diseñadora hace una interpretación de las pinturas de Matisse, Klimt, Velásquez, Goya, Boticelli, Van Gogh, Monet, Manet, Lempika y Boldini. Son trajes de corte barroco que recuerdan a las damas de los siglos XVI y XIX, en los que destacan las faldas abullonadas, las capas de tul, el corte sirena, los pequeños detalles como flores bordadas a lo largo del cuerpo, en los escotes y caderas, así como fruncidos, encajes y lunares, logrando con ello una composición notablemente romántica. Muy originales como propuesta son los velos negros, para subrayar el dramatismo de pintores como Goya, o los sombreritos de paja que conceden a los trajes el toque primaveral y colorista del impresionismo. Todo un derroche de lujo, glamour y sofisticación.

Aunque, como ya hemos dicho, su producción más amplia se centra en el vestuario femenino y en la perfumería, son otros los ámbitos afines en los que también incursiona. Esto lo demuestran sus personales diseños de moda masculina, bolsos, zapatos, marroquinería, joyas y demás complementos. Su producción más reciente la constituye la moda para niños, lo que demuestra su incansable búsqueda de nuevos espacios en los que participar y ofrecer un aporte siempre único. Se trata de ámbitos que le permiten canalizar esa energía creativa que la posee, así como la nunca satisfecha vocación por el diseño y la alta costura.

Para concluir ofrecemos algunos tips CH como recomendaciones para la mujer chic:

●Vestirse de acuerdo al almanaque, hay que aprender a cambiar de edad, no se puede vestir a los 30 como a los 15.

●Crear un estilo, una actitud, sin que sea necesario gastar mucho dinero, sentirse cómoda con la ropa, llamar la atención más con la personalidad que con lo que se lleva puesto.

● Analizar y probarse mucho antes de comprar, no ceder ante la tentación ni vestirse sin pensar.

●Conservar la feminidad ante todo, la elegancia abre muchas puertas.

●Tener un espejo de cuerpo entero en la casa y uno de aumento para maquillarse. No hay que creer en lo que los otros nos dicen.

● No estar con la misma ropa de la mañana a la noche. Ser femenina, lavarse la cara, maquillarse y vestir según la ocasión: pueden usarse jeans para el día, trajes de coctel para las tardes o de noche para las ocasiones especiales.

●Lo que no puede faltar en un guardarropa: una falda, un buen par de pantalones y muchas blusas blancas de algodón.

●El secreto de la belleza: la salud, comer correctamente, pero sin sacrificios exagerados, se puede comer de todo, pero no todos los días.

●Un accesorio indispensable: el perfume, ayuda a crear un estilo, una personalidad.

●Lo más importante: el amor.