domingo, 8 de mayo de 2011

ENTRE POETISAS TE VEAS

El pasado 29 de abril celebramos en diferido el Día del Libro y del Idioma en nuestra Universidad de Los Andes. Nuestro Grupo de Investigación en Literatura Latinoamericana y del Caribe (GILAC) (ver http://gilac-ula.blogspot.com) participó bajo la advocación de Juana de Ibarborou, recordando su bello poema Elogio de la lengua castellana que transcribo a continuación:

Oh, lengua de los cantares!
¡Oh, lengua del romancero!
Te habló Teresa la mística.
Te habló el hombre que yo quiero.

En ti he arrullado a mi hijo
E hice mis cartas de novia.
Y en ti canta el pueblo mío
El amor, la fe, el hastío
El desengaño que agobia.

La lengua en que reza mi madre
Y en la que dije: ¡Te quiero!
Una noche americana
Millonaria de luceros.

La más rica, la más bella
La altanera, la bizarra,
La que acompaña mejor
Las quejas de la guitarra.

¡La que amó el manco glorioso
Y amó Mariano de Larra!

Lengua castellana mía,
Lengua de miel en el canto,
De viento recio en la ofensa,
De brisa suave en el llanto.

La de los gritos de guerra
Más osados y más grandes.
¡La que es cantar en España
Y vidalita en los Andes!

¡Lengua de toda mi raza,
Habla de plata y cristal,
Ardiente como una llama,
Viva cual un manantial!

.

Justamente por esos días me llegó un poema de Rosita Bastado Ruz, gracias a la gentileza de Idbelty Lugo, quien me lo envió para ser publicado especialmente en esta página. Rosita murió hace un año y este fue el último poema que escribió, 15 días antes de morir. Según palabras de Idbelty a ella “siempre le gustó que le dijeran “poetisa”. Nació en el oriente venezolano y, llegada a Valencia, dedicó su vida a la EDUCACIÓN. Licenciada en Educación, vinculada a la Poesía por antonomasia, por práctica escritural y por su divina bohemia. Cantó, bailó, madre absoluta y abuela instranferible. Fue la mejor amiga de sus amigos. Fue divina. Deja, luego de su partida, el 25 de Marzo 2010, un acopio inédito de versos donde se plasman su libertad y su independencia, como sentido primordial de vida”:

ANHELOS

Ha llegado el momento

esperando

la vida engalanada por los

ciclos en paradojas

igual que la sombra cubre

la noche en luna

así como peregrina en caminos

bordeados de rosas con espinas

como también transeúnte

en paraísos de mar y tierra

llantos en despedidas

alegrías de triunfo

he alcanzado una cima

entre los tantos eslabones

de escaleras muertas

revestí mis sueños de un

gran colorido

girando cual bailarina

en danzas de futuro incierto

en el hoy

estoy conmigo, pletórica de cantos

para susurrar a otros

embriagando con luces los senderos

para llevarlos conmigo

en mi vuelo de gaviota hacia la infinitud.

Rosa Bastardo Ruz.

Valencia, 11 Marzo de 2010.

Conmovedor poema lleno de fe en la vida, incluso al borde de su fin, que demuestra cómo la poesía nos hermana, nos conecta con hilos invisibles desde la revelación y el misterio de la palabra. Espinas y rosas tejen la urdimbre de una feminidad que se celebra con el decir que religa espíritus afines.

Pero como entre poetisas me encuentro no quiero dejar de citar a la querida amiga Idbelty Lugo, por su incuestionable vocación poética ejercida a diario en su entrañable Barinitas, donde reside y escribe también bajo la advocación de otra grande: Enriqueta Arvelo Larriva. He aquí dos poemas que me han gustado especialmente, extraídos de dos poemarios que demuestran su evolución como creadora:

VIII

Un andar desnuda

Un colocar palabras

a las fantasías

Un viajar por todos los silencios

que encuentro

Esperar la elevación

Ejecutar el salto

Estibar el Credo

Marchar con las Eras

Hacerme de hilos de Sol

Y delinear perfiles extraídos

gota a gota

rosas eternas

(De Espliegos (1997). Barinas: Ediciones de la revista ICAM. Gobernación de Barinas)

XXII

Asomándome

al jugo abierto

de la noche

a las granadas

de tu pecho

en la sustancia

llenando mi corazón

contigo

De El Almocárabe (Barinitas, 2003). Inédito.

Ambos poemas denotan el tránsito de la creadora hacia la condensación de la palabra, hacia la elocuencia de los blancos y el silencio, hacia una capacidad de síntesis que es reflexión, sugerencia y emoción, amor a la palabra, a todo lo que ésta designa y, por supuesto, a la rosa eterna, esta vez sin espinas.

Y para cerrar con este petit comité de poetisas, transcribo el poema homenaje que Enriqueta Arvelo Larriva le dedicó a Juana de Ibarborou, el cual es un hallazgo de la buena amiga y acuciosa investigadora de la vida de Enriqueta, Alicia Jiménez de Sánchez, quien lo encontró en el archivo de la poetisa uruguaya que reposa en la Universidad de Stanford:

Poema a Juana de Ibarborou

(Margen de unos poemas suyos)

¿Que se murió la boca que te sembró de besos?

La siembra no es perdida en tu carne de América.

Si tú fuiste la tierra de un fuerte amor copioso,

continuará tu humus su cálida tarea.

Naciste con la espada de destruir la muerte.

Y en mitad de la noche nadie sabe lo cierto.

Se alargará valiente tu musical impulso

y al hombre que quisiste aun rodearas el cuello.

Yo no sueño que hoy sigas a quien se ausentó dulce

a quien te diste inmensa; una adelfa en tu mano.

Más allá de la vida debe de estar su pecho

sobre tu pecho vivo de esplendoroso canto.

Perdona que yo llegue sin seda en las pisadas.

Perdona que no gima, Juana sin compañero;

que mi caballo olvide la gualdrapa de luto

y a tu clima me lleve su galope sin freno.

Millonaria de instantes, no te vayas de prisa.

El gamo perseguido correrá por tu aroma.

Yo tengo un solo instante para todo el poniente

y con él lo decoro hasta volverlo aurora.

Aquí te besó el hombre que te ha dejado lacia;

aquí, sobre tu árbol; aquí, bajo la lluvia.

No llames la honda barca, americana forma,

que no habrá soledad en tu sombra desnuda.

Mas si sola te sientes, disfrutadora ágil,

goza el cansancio henchido; esa rica fatiga

de tanta miel madura, de tanto espejo mutuo,

de tanto espeso lirio en la hervorosa cima.

Llena la tarde entera con tu verdad pulsada.

Las almas levan sed de oír el amor limpio,

arroyuelo que crece sin perder inocencia.

Como ayer, dale sangre a espiritual oído.

Barinitas-Venezuela- 1948