miércoles, 31 de octubre de 2012

UN PEDAZO DE LA INDIA EN TRINIDAD & TOBAGO

Una de las características que me ha interesado más sobre Trinidad & Tobago es su multiculturalismo, rasgo que lo define como país. Aparte del calipso, la parang y la música interpretada con steelpan, de mi mayor encanto, la cultura india atrapa especialmente mi atención.  No sé si es verdad que las coincidencias no existen, que todo tiene su razón de ser, pues la India continúa siendo una materia pendiente en la historia de mis viajes, así que, en compensación, he encontrado aquí algo de ese enorme país. Reuniendo coincidencias, en Venezuela comenzaron a transmitir, poco después de mi partida para Trinidad, una telenovela brasileña: “India, una historia de amor”. La misma se centra en el triángulo amoroso entre Maya, una joven rica de la casta de los comerciantes, y sus dos amores: Bahuan, un amor prohibido porque se trata de un “dalit” (un “intocable”) y su segundo amor, Raj, el marido con el que la casa su familia, en un matrimonio “arreglado”, del que se enamora y al que le oculta que ella espera un hijo del dalit. Se trata de una telenovela de la reconocida autora Gloria Pérez, la misma que escribió El Clon, otra telenovela brasileña de mucha sintonía en el país. Resulta que esta historia de amor  tuvo un gran éxito en el 2009, cuando fue premiada con el International Emmy Award, como la mejor del año. He podido seguirla por youtube y me ha cautivado totalmente. El exotismo que se nos muestra, traducido en el precioso vestuario, lleno de velos y colorido, en las joyas, adornos y maquillaje, así como la alegría trasmitida por bailes y música, sin olvidar las locaciones filmadas en el propio Rajastán, lugar de la India donde se desarrollan los acontecimientos, nos recrea con mucho acierto una India propia de Bollywood.

Como contrapunto al mundo de ficción, he podido tener un breve contacto con un pedacito de la India trasplantado a Trinidad. Debo mencionar la visita al Museo Indio del Caribe, único de su clase en el mundo, donde se nos habla de la presencia de la cultura de ese país en la región. Tampoco puedo olvidar los dos espacios sagrados: el Dattatreya, centro de yoga y meditación,  considerado  el Taj Majal del Caribe, así como el Templo sobre el Mar. En este lugar los ciudadanos de origen indio incineran a sus muertos, según la costumbre ascentral. Dato curioso es que ese templo fue construido por  el devoto trabajador inmigrante, Sewdass Sadhu, durante 17 años, cargando los materiales en su vieja bicicleta, en ese preciso lugar, Waterloo, elegido porque  las orillas del mar le recordaban al sagrado Ganges. 

De modo que se trata de una comunidad que tiene una gran relevancia dentro de la sociedad trinitaria, tanto en el mundo de la política como en la economía. La primera ministra, Kamla Persad Bissessar, así como gran parte de los médicos del país, según nos informaron en el museo, son de origen indio. Por mi parte, lo poco que he podido comprobar, gracias a mi inconfesable pasión por el shopping y, en especial, por la ropa y accesorios indios, es que los empleados de esas tiendas son amables, muy sonrientes y confiados. Mis amigas y yo hemos notado que los trinitarios, en general,  no son de sonrisa fácil, y que se nos persigue con desconfianza en las otras tiendas, como si se sospechara de posibles robos (parece que l@s venezolan@s no tenemos muy buena fama aquí, al menos eso me han dicho. Parece mentira… Estamos tan cerca y tan lejos al mismo tiempo, ¡cuánto nos desconocemos!). Sin embargo, los indios son lo opuesto, demasiado confiados, no te persiguen y hasta se han ido a la trastienda, dejándonos junto a objetos que bien podríamos desaparecer sin que se dieran cuenta. Además, la dulzura y la calma que reflejan y trasmiten me han parecido notables. Me pregunto a qué se deberá esto. ¿A que son una comunidad muy religiosa? ¿A su devoción por Lord Ganesha, el dios con cabeza de  elefante? ¿O es simple apariencia, primera y superficial impresión de turista? Es posible…

Pues le ha tocado al Daily Express, uno de los diarios trinitarios de mayor circulación, mostrarme la otra cara de la moneda. En un sustancioso reportaje, el diario comentaba la infame situación de muchas viudas en la India, contándonos  la historia de Lalita Goswami, quien luego de enviudar de un sacerdote hindú, que la golpeaba y abusaba de las drogas hasta morir por una sobredosis, quedó sola con sus tres hijos. En consecuencia, su cuñado la expulsó de su casa; su propia familia, a la que tuvo que acudir en su desamparo, la consideró una carga económica e incluso  los vecinos la menospreciaron. En vista de esto,  la madre decidió enviarla a Vrindavan, una ciudad del centro de la India, conocida como la Ciudad de las Viudas. La conclusión que Lalita sacó de tal situación fue que a pesar del horroroso matrimonio, era mejor estar casada. 

Hoy en día cerca de 15.000 viudas viven en Vrindavan, donde se dice que creció el dios Krishna. Se trata de una ciudad de 4.000 templos, a la que hoy acuden muchas viudas para escapar del abuso que padecen en sus hogares, ya que los parientes de los respectivos maridos no les permiten heredar lo que les corresponde. Las condiciones de vida son realmente precarias para estas viudas, quienes viven en ashrams sostenidos por la caridad pública. Tal situación podría explicar la costumbre ascentral, conocida como sati, según  la cual las viudas se arrojaban a la pira en la que se incineraba al marido, su único sostén y protector. Esta práctica ha sido prohibida, pero las viudas no han podido deshacerse de su estigma, ya que son consideradas pavosas, sobre todo para la cultura Bengalí. Su presencia en bodas y festivales es rechazada y hasta su sombra es consideraba de mala suerte. En resumidas cuentas, las viudas son tratadas como “intocables”. 

Tal falta de humanidad ha preocupado a las autoridades hasta el punto de que la Suprema Corte ha ordenado mejorar la vida de las mujeres en Vrindavan, debido sobre todo al reciente hallazgo de cuerpos envueltos en sacos y lanzados al río. El gobernador del Oeste de Bengala, lugar de donde proceden la mayoría de las viudas que viven en los ashrams mencionados, ha prometido dirigir algún presupuesto para mejorar tan vergonzosa situación. Aunque muchos trabajadores sociales desconfían de tales iniciativas, ofrecidas en el pasado, pero que no llegan a concretarse con éxito en la práctica. Todo este drama se resume en las palabras de Guddi, una viuda de 70 años: “Si yo hubiera nacido hombre, mi vida hubiera sido mejor”.

Es claro que estos prejuicios se han mantenido sobre todo en las zonas rurales y que en la actualidad la situación de las viudas no es así de extrema en las ciudades. Las cosas han mejorado para muchas de ellas, ahora pueden casarse de nuevo y heredar. Pero las desigualdades continúan y es esta la razón de mi reflexión. ¿Cómo un pueblo tan religioso y rico en tradiciones y sabiduría, con gente tan dulce y sonriente,  puede albergar tan grandes contradicciones como la de la discriminación hacia mujeres y dalits?  Pensando en todo esto recordaba a un apreciado académico indio, quien en una reunión de hispanistas nos comentaba sonriendo con condescendencia: “todos hablan de la espiritualidad de la India, pero nadie del materialismo de la India”. Y es en  medio de ese materialismo, tan evidente en la telenovela a la que me he referido, en la que se muestra reiteradamente el regusto por los bienes materiales de la casta de comerciantes, donde se evidencia también el sometimiento de la mujer. En una escena de la novela, Maya le dice a Raj, refiriéndose secretamente al hijo que tuvo con el dalit: “Si tú cometes un error, eres purificado por Pandit, el sacerdote, con las aguas del Ganges, y no pasa nada. Si yo cometiera un error me azotarían y tendría que arrojarme a un pozo”.

Las mujeres no podemos descuidarnos con respecto a las conquistas logradas, prueba de ello es el caso de la adolescente pakistaní Malala Yousafzai, quien en días pasados recibió unos disparos en la cabeza, que la tuvieron al borde de la muerte, de manos de activistas talibanes. Malala, con sólo 15 años, se había hecho célebre debido a su lucha por evitar que a las niñas de la zona donde vive se les prohíba asistir a la escuela y educarse. Un diario por ella escrito, donde expresaba sus protestas, salió a la luz pública gracias a la prensa mundial. Eso fijó su sentencia de muerte. Actualmente la joven se recupera, luego de ser atendida en un hospital del Reino Unido. Parece que es una constante de las religiones o, mejor dicho, de la interpretación que el patriarcado hace de sus postulados, como bien afirma Fátima Mernisi, haciendo referencia al Corán, el dictaminar que la mujer es inferior al hombre y que por ello le debe obediencia. Una realidad que ni Bollywood puede soslayar. NAMASTE!