No hay
duda de que los viajes son parte de lo que coloquialmente llamamos la “Universidad
de la vida”. Seguro que todos estarán de
acuerdo conmigo si afirmo que durante nuestro peregrinar por el mundo nos salen
al paso costumbres, monumentos, curiosidades, delicias culinarias, música,
danza, libros y, por supuesto, personalidades que nos sorprenden hasta el punto
de sentirnos un poco avergonzados de no haber tenido, mucho antes, noticias de todo ello. El mundo es ancho y ajeno,
qué duda cabe. En esta mi corta estancia en Trinidad he tenido la fortuna de conocer,
a estas alturas de mi existencia, a Calipso Rose, la famosa reina del Calipso; a Mia Gormandy, steelpanista de concierto, y a Berta Rojas, virtuosa
guitarrista paraguaya, connotada intérprete de la música de su coterráneo, el
no menos virtuoso Agustín Pío Barrios, mejor conocido como Mangoré, compositor y ejecutante de la guitarra. Desde aquí, un
saludo lleno de admiración para tan talentosas damas.
En esta
oportunidad quiero registrar mi encuentro con Althea Bastien, pues tuve el
privilegio de contemplar extasiada su exposición de batiks, en la que muestra varios de sus trabajos en el National Museum
and Art Gallery, en Port of Spain, hasta
el 19 de noviembre del corriente mes. Resumo la información que he recabado
sobre su figura en la prensa y en el programa de apoyo a la exposición, firmado
por Kenwyn Crichlow . Incluyo además la foto que, gentilmente, la artista se
dejó tomar. Vi en ella a una mujer serena y observadora, virtudes que se
corresponden con el arte que cultiva con maestría desde 1967. Se trata de una
virtud poco común hoy en día, de allí que Althea no sea muy optimista sobre el futuro de
este arte, y así lo dice: “Batik is a long and laborious process, and the young
people are in a hurry”.
Althea
Bastien vivió en Londres durante 10 años, adonde fue para graduarse de maestra.
Allí la picó “el gusanillo del batik”, como ella misma dice. Observando a los
artistas londinenses, compró libros y se formó a sí misma. Luego, al retornar a Trinidad, trabajó en una
escuela primaria y fundó su taller
textil en el que pasó horas y horas trabajando en sus telas para poder cumplir
con la alta demanda que estas acarrearon. Una vez dominadas las técnicas de su oficio, Althea trabaja en
su país hasta el punto de representar y definir una estética trinitaria en el
arte del batik. Se trata de unos colores, texturas, temas, técnica y estilo que
le pertenecen de suyo y la definen. Es toda una pionera, además de una
perfeccionista, según confiesa, a la que le gusta jugar con los colores y que
repite su trabajo hasta estar totalmente satisfecha. Se ha convertido en una de
las artistas mejor conocidas en Trinidad y Tobago. Sus trabajos se han expuesto
en Londres, Grenada, Jamaica, Bahamas, Suiza, Suriname, Suecia, Brasil y
Washington.
Su
casa es un “almacén lleno de trapos”, que no puede botar porque cada pieza
podría ser utilizada en un momento dado. Allí trabaja duro, con químicos, ceras, calor,
colorantes. Es algo muy laborioso de lo que quisiera retirarse, dada su edad,
pero que permanece en ella por amor a su arte. Su reputación ha sido bien
ganada gracias al ansia de conocimiento y a la espontaneidad que muestran
metros y metros de sedas plenas de color, tentadores diseños, formas y
texturas. Las telas le hablan, revela. La experimentación en sus dibujos y
diseños demuestran su interés por expresar su creatividad de diferentes
maneras. Actualmente, su interés se ha desplazado de la fabricación de telas a
la realización de collages, en los que da rienda suelta a su expresión creadora
sin el enorme esfuerzo que las telas conllevan. Y aunque ella considera que está
en el ocaso de su carrera, no hay duda de que todavía le queda mucho por ofrecer,
reavivando el interés por una forma de arte al que la mayoría de la gente le presta poca o ninguna atención. Ella espera que la gente joven aprecie los
beneficios del batik y que desarrolle un legítimo interés por este arte, a
pesar del intenso trabajo que implica y de que los jóvenes sólo esperan
resultados rápidos. Aunque su jardín es la mayor pasión que la posee hoy día, Althea
estaría dispuesta a enseñar, a niños y jóvenes, un arte que aún que ofrece
grandes posibilidades. Prueba de su
vigencia es la hermosa exposición que todavía es posible disfrutar.